La respuesta es simple: más presión sobre el cumplimento y controles más fuertes sobre el movimiento internacional del dinero.

   Estados Unidos, Francia, Alemania, Rusia y el Reino Unido, entre otros, están muy sensibles emocionalmente… y la presión colectiva que existe sobre las autoridades seguramente se traducirá en mayores niveles de control sobre sus sistemas financieros y, por ende, sobre las instituciones con las que mantienen relaciones de corresponsalías. 

   Estos deplorables ataques terroristas) han logrado que los países desarrollados reaccionen con una cohesión no vista desde los ataques al World Trade Center en 2001. En su alocución del 07 de diciembre, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseveró que 64 naciones están unidas en la lucha contra el flagelo del terrorismo.

   Toda esta movilización afectará directamente a los profesionales de cumplimiento y a las empresas reguladas, especialmente aquellas más vulnerables ante el financiamiento del terrorismo. Es por eso que todos debemos prepararnos para nuevas regulaciones, una mayor vigilancia del sistema financiero y controles más estrictos sobre el movimiento internacional del dinero.

   En otras ocasiones he destacado la necesidad de que en Latinoamérica haya un mayor compromiso moral con la lucha contra el financiamiento del terrorismo. Hoy no les hago un llamado basado en nuestra responsabilidad cívica y moral, sino que les emito una recomendación estratégica: fortalezcan los procesos de control y detección del financiamiento del terrorismo, porque en los próximos meses se espera una nueva embestida regulatoria que aumente la presión sobre las instituciones financieras extranjera.

   Estados Unidos es una sociedad reactiva, orgullosa y con mucha determinación cuando se trata de la seguridad de sus colectivos; ignorar esto es exponer a sus empresas a un riesgo que no debe ser subestimado.