Un abogado de quiebras de Georgia, EE.UU., les daba a sus clientes el mejor servicio que un criminal puede esperar: lavar su dinero y ganar millones. Ahora, los dos están encarcelados por el mismo crimen.
El abogado, R. Scott Cunningham, fue condenado por lavado de dinero y por haber ayudado a su cliente a defraudar 1.609 iglesias y organizaciones no gubernamentales por más de US$9 millones. El 12 de abril, un juez lo sentenció a dos años en prisión federal y le ordenó pagar US$150.000 en restitución y devolver todos los bienes asociados a los crímenes, según documentos de corte.
Su cliente, Abraham Kennard, fue condenado en febrero de 2005 por fraude, lavado de dinero y evasión fiscal por defraudar a comunidades religiosas con su negocio fraudulento.
Kennard le ofreció falsamente a las iglesias que iban a recibir US$500.000 o un préstamo libre de impuestos si pagaban una tarifa de US$3.000 a su compañía fraudulenta Network International Investment Corp (NIIC), Inc. Pero ninguna de las iglesias con la que lidió Kennard recibió el dinero prometido.
Esquema de fraude clásico
Según la acusación criminal, de enero a octubre de 2002, Cunnungham siguió las instrucciones de Kennard y depositó cheques de la compañía en su cuenta bancaria, y dispersó los fondos en otras cuentas empresariales a través de transferencias y cheques de US$500 a US$150.000. Luego de que el dinero fuese transferido, Kennard convertía sus ganancias a efectivo.
Archivos de la corte muestran que Cunningham recibió más de US$400.000 por ayudar a Kennard a lavar dinero y utilizó los fondos para comprar una Harley Davidson, una camioneta Cadillac, y otros lujos. Kennard, por su parte, usó la mayor parte de sus ganancias para comenzar otros negocios fraudulentos para esconder el rastro del dinero.
Ignorando señales de alerta
Cunningham dijo que no sabía nada de los fraudes, pero los archivos de corte muestran que recibió e ignoró numerosas advertencias. Una de las cortes de apelaciones rechazó su apelación diciendo que “sabía los elementos esenciales de la conspiración”.
Reguladores alrededor del mundo dicen que los porteros (o gatekeepers) como Cunningham – los abogados, contadores y notarios que manejan la relación entre personas y negocios y otras instituciones financieras – están en la mejor posición para reconocer el lavado de dinero. Con ese argumento, justifican la nueva regulación antilavado que requiere a los porteros que implementen procedimientos de diligencia debida y reporten transacciones sospechosas.




