Por: Fernando Martínez

A casi dos meses del asesinato del cantante argentino Facundo Cabral, las rotativas del continente siguen produciendo abundante material sobre el eje principal que gravita alrededor de este suceso: el crecimiento exponencial de las mafias en Centroamérica, una región convertida para el narcotráfico en un “corredor” hacia Estados Unidos y un lugar para las operaciones de lavado de dinero.

El ex presidente guatemalteco, Eduardo Stein, advirtió que “la delincuencia se agrava por la proliferación de pandillas comprometidas con el crimen organizado, cuya actividad, relacionada con el tráfico ilícito de drogas, traspasa las fronteras de los países centroamericanos”.

Guatemala justamente ha sido señalada por informes de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes* (JIFE) como la gran base de operaciones para el envío de cocaína que llega de Colombia y Perú, la cual tiene como destino Estados Unidos, vía México.

La escalada de crímenes y de otras acciones delictivas de redes vinculadas con el narcotráfico en naciones del istmo latinoamericano, ya es objeto de preocupación global.

Esta vez la fama de la víctima y su influencia artística en todo el continente, generó una reacción inmediata en tres países en los cuales, todo parece indicar, existe una sub trama protagonizada por el crimen organizado.

Daño colateral

Calificado por muchos medios de Latinoamérica como un “daño colateral” en un ataque del crimen organizado, no existen dudas que el artista sureño estuvo en el lugar y en el momento equivocado, cuando se produjo el supuesto ajuste de cuentas dirigido contra el empresario de espectáculos nicaragüense, Henry Fariñas, quien lo había contratado para una serie de conciertos.

Por su parte, la prensa costarricense ha insistido en que los investigadores sospechan que el supuesto autor intelectual del atentado es un tico identificado como Alejandro Jiménez, alias El Palidejo, quien habría ordenado el asesinato del empresario, porque presuntamente le robó el dinero de la venta de un cargamento de drogas en Nicaragua.

Agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Costa Rica relacionan a Jiménez como el “supuesto cabecilla de una banda centroamericana dedicada al contrabando de cocaína, el lavado de dinero y a la actividad de sicarios”, publicó el diario La Nación de San José.

En la población de Alajuela se comprobó a través de allanamientos y decomisos, la vida ostentosa que exhibía el principal sospechoso de ser el autor intelectual de este crimen, quien hace apenas 5 años se dedicaba a la venta de frutas y verduras.

Hoy los padres y la pareja de El Palidejo (todos prófugos de la justicia) también enfrentan una investigación por el delito de legitimación de capitales.

En operativos de la Unidad de Lavado de Dinero del OIJ, se allanaron 5 propiedades de la familia en San José, Alajuela y Heredia, valoradas en aproximadamente US$ 4 millones, además de 10 vehículos de lujo.

Se tiene conocimientos de por lo menos 29 sociedades anónimas vinculadas con esta familia, reseñó El Nuevo Diario de Nicaragua.

Un caso “regional”

El crimen de Cabral estableció casi de inmediato una investigación coordinada entre Guatemala, Nicaragua y Costa Rica, pero con visiones y objetivos diferentes: en Guatemala las experticias se han dirigido a capturar a la banda que asesinó al artista, en Nicaragua tratan de desmantelar todo el entramado de tráfico de drogas y en Costa Rica el lavado de dinero.

La función atribuida a Jimenez dentro de una red delictiva que podría estar integrada por 20 personas, según coinciden varias versiones periodísticas a la luz de indagaciones policiales, era manejar el dinero de la droga, el cual llevaba vía terrestre a Nicaragua y de inmediato viajaba a Panamá, vía aérea.

El fiscal nicaragüense, Julio Centeno, apunta a que se trata de un caso “regional”. Agregó que no se desestima que la organización tenga conexiones con Colombia.

Por su parte el director de la OIJ, Jorge Rojas aclaró que “la actuación de este grupo en Costa Rica indica una acumulación de riqueza que no obedece a fuentes lícitas. (…) Parte del dinero se invertía en el país y otra parte de enviaba a Panamá”, explicó.

Dentro de la investigación también se ha hablado de los supuestos vínculos de esta banda con Los Zetas y el Cartel de Sinaloa, lo cual no ha sido confirmado.

Se presume que el sospechoso estaría escondido entre Panamá y Costa Rica y su familia en Japón.

El otro eje

El empresario que contrató a Cabral es un punto muy controvertido en la investigación. Henry Fariñas es supuestamente el propietario de una compañía promotora de espectáculos y de la franquicia Elite, una serie de locales de bailarinas de lujo dispersos en Costa Rica, Guatemala, Panamá y Nicaragua.

La principal línea de investigación sigue la pista de los negocios ilícitos que se manejan en la franquicia Elite, para establecer si estos antros eran parte de una red regional de lavado de dinero y cuál era la procedencia de esos fondos”, asegura un amplio reporte publicado por la revista mexicana Proceso.

Este tipo de “antros” – afirma la publicación azteca-, localizados en zonas acomodadas de la capital de Guatemala, tienen relación con bandas que trafican mujeres de otros países, también se vinculan con cárteles locales que les distribuyen cocaína y con los contrabandistas de alcohol y cigarros.

Periódicos mexicanos y guatemaltecos han asociado a Fariñas con el lavado de dinero y el cartel de Sinaloa.

Otra hipótesis hecha pública por La Prensa Libre de Guatemala habla de que el grupo de sicarios que actuó contra el empresario lo hizo “bajo las órdenes de Daniel Pérez Rojas, alias el Cachetes, sentenciado por la muerte de Juan José León, alias Juancho León, como parte de las acciones del narcotráfico, dirigido por los Zetas”.

En intensos interrogatorios Fariñas ha negado conocer o tener vínculos con el costarricense señalado como el principal sospechoso de ser el autor intelectual del atentado en donde fue asesinado Cabral.

De igual forma algunos encargados de club Elite han negado su vinculación con el empresario quien según informes de la Dirección de Migración guatemalteca, se movía constantemente entre Panamá y Nicaragua. Hasta el momento no se han presentado cargos contra el empresario.

Algunos datos

– La oficina de la Naciones Unidas contra la Droga y el Delito calculó en el 2010 la presencia de 100.000 pandilleros en Centroamérica vinculados con el crimen organizado, en especial con el tráfico de drogas.

– En la actualidad se registra en el Triángulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras) la tasa de asesinatos más alta del mundo, así como altos índices de otras formas de delincuencia. En Honduras el 60% de los crímenes tienen que ver con delitos vinculados con las drogas, según reportes del 2009 del JIFE.

 

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(*) Es un órgano de fiscalización independiente y cuasi judicial, encargado de vigilar la aplicación de tratados de fiscalización internacional de drogas de la ONU.