Omar Cassola sabía que el llamado del Bank of America cambiaría el futuro de su compañía. Pero no sabía cómo.
Los ejecutivos de inversiones del banco invitaron a Cassola, dueño de Girosol Corp. negocio de servicios monetarios (NSM), a cenar al pomposo Barton G de South Beach – un lujoso restaurante que atiende a los ricos y famosos y a la elite corporativa.
“Huele a compra de la empresa”, recuerda haber pensado Cassola, eufórico. Su entusiasmo, sin embargo, pronto se transformó en decepción.
Los banqueros cancelaron la cita a último momento. Poco después, pidieron información detallada sobre los agentes independientes de Girosol y crearon subcuentas nuevas para cada uno de ellos. Luego, justo un día después de que First Data Corp. anunciara sus planes para hacer pública una de sus empresas, Western Union, para que cotizara en bolsa, los banqueros llamaron nuevamente a Cassola.
Entonces no habría una reunión con cena elegante. En lugar de ello, el banco envió representantes a la casa central de Girosol en North Miami Beach con un mensaje inesperado: “Estamos cerrando sus cuentas, pero mantenemos a algunos de sus agentes”. Lo que querían decir era: “Estamos eliminando al intermediario”.
Cassola dijo que no pudo evitar preguntarse: “¿Bank of America está preparándose para adquirir el NSM más grande del mundo?”
El corte sistemático de las cuentas NSM de la industria bancaria – que atribuye a la presión regulatoria – deja a compañías como Girosol luchando por sobrevivir y a los bancos listos para quedarse con un mercado global de US$ 100.000 millones al año, un cambio que podría empujar a millones de clientes no sin cuentas bancarias fuera de las instituciones reguladas hacia redes subterráneas.
“El del Bank of America fue un gran golpe”, dijo Cassola. “Si el resto de los bancos cierra nuestras cuentas, estamos muertos. La industria no está a salvo”.
Los reguladores calificaron a los NSMs – pagadores de cheques, cambiadores de moneda, remesadores de dinero y vendedores de tarjetas prepagas – como negocios riesgosos porque manejan transacciones considerables en efectivo y a menudo prestan servicios a clientes no bancarizados, inmigrantes ilegales e incluso delincuentes.
Aún cuando los bancos no están obligados a monitorear a los clientes de sus clientes NSMs, la Oficina de Contralor de la Moneda de EE.UU. (por sus siglas en inglés, OCC) les aconsejó en una carta de junio del 2004 que “realizaran diligencia debida cuidadosa de las cuentas de los NSMs para controlar el lavado de dinero y los riesgos de la reputación de las entidades”.
Ezra Levine, asesor legal del Grupo de Remesadores de Fondos No Bancarios, y muchos colegas, dicen que esa carta y “un guiño y una señal de los examinadores” llevaron a los bancos a cerrar las cuentas de la industria. Otros argumentan que los bancos utilizan a la “presión regulatoria” como una excusa para dejar desamparados a los NSM sin cuentas y quedarse con sus negocios.
Sin embargo, la vocera del Bank of America Shirley Norton dijo que el banco no está abandonando a todos sus clientes NSM. “Estamos revisando a cada uno individualmente”, dijo. Ella no dijo si el banco planea comprar a Western Union.
“Todos los bancos quieren entrar al negocio”, dijo Emil Manfredonia, oficial de cumplimiento de Pronto Envíos, un NSM de Nueva York con 2.000 agentes en 30 estados.
Dieciocho bancos han cerrado las cuentas de la compañía desde 1999 – y solamente en este año lo han hecho el Bank of America, el Sun Trust y el Commerce Bank. Muchos pidieron información sobre sus agentes – nombres, domicilios y titulares, dijo Manfredonia. Cuando el Commerce Bank cierre sus cuentas este mes, Pronto Envíos no tendrá ninguna relación con ningún banco en Nueva York para atender a sus 850 agentes en el estado.
“Tendremos que hacer arreglos para retirar los envíos en camiones blindados mientras buscamos otro banco”, dijo Mandredonia. “Tenemos mejor suerte con los bancos más pequeños, pero ellos se ponen nerviosos con las transacciones por montos importantes en efectivo”.
¿Riesgoso o no?
La OCC niega que dé indicaciones a los bancos para que cierren las cuentas NSM. “No les decimos a los bancos que abandonen una línea de negocios a menos que ésa sea ilegal”, dijo el vocero de la OCC Kevin Mukri. Y la Red de Control de Crímenes Financieros advirtió a los bancos contra la eliminación de esas cuentas en marzo.
Pero los bancos aún siguen cerrándolas, aún cuando “nunca ha habido ninguna evidencia de que los NSMs estén siendo usados desproporcionadamente por traficantes de drogas, terroristas o para lavar dinero”, dijo Levine.
Los NSMs deben seguir las mismas leyes y regulaciones que se aplican a otras instituciones financieras.
“Con lo que demanda estar habilitado en cada estado, somos más seguros que cualquier otro”, dijo Alan Friedman, presidente de la Asociación Nacional de Remesadores de Dinero y de Envíos de Valores La Nacional en Nueva York. “Si usted está autorizado, por definición, usted no es de alto riesgo”.
Mercado abierto
Además, los NSMs son conductos de lavado de dinero de poco relieve, dijo Friedman, cuya compañía procesa 250.000 transacciones por mes por alrededor de US$55 millones – un promedio de US$220 por transacción.
En el 2004, los inmigrantes solamente enviaron US$34.000 millones en remesas desde Estados Unidos a sus familias en América Latina y el Caribe – unos US$20.000 millones de esos fueron con destino a México – y pagaron US$2.400 millones en honorarios por los servicios, de acuerdo con un informe de Brookings Institution. Los bancos tienen menos del 3 por ciento de ese mercado.
“De los 100 millones de transacciones de remesas cada año desde Estados Unidos hacia América Latina, casi todas están fuera del sistema bancario formal”, informó en un estudio del 2004 la Corporación Federal de Seguros de Depósito.
Sólo el 63 por ciento de las familias inmigrantes – y sólo el 40 por ciento de los inmigrantes mexicanos – tienen cuentas bancarias, de acuerdo con Brookings. El resto cobra en efectivo los cheques de sus salarios, paga sus cuentas y las órdenes de pago y transferencias de dinero en efectivo.
En algún momento, Western Union – una compañía abierta en 1851 y adquirida por First Data en 1995 – controlaba el 80 por ciento del mercado trabajando junto con Bancomer, el mayor banco de México, y prestaba servicios a inmigrantes no bancarizados.
El Citibank trató de competir en los ‘90s – dejó de trabajar con cuentas NSM y ofreció transferencias cablegráficas a sus clientes – pero no logró llegar a la clientela de la industria. “El Citibank falló porque la gente que utiliza estos servicios no va a los bancos”, dijo Cassola. “Son trabajadores rurales inmigrantes, llenos de barro después de haber trabajado todo el día en el campo, que van a los almacenes familiares en los barrios donde viven y trabajan, no a los bancos”.
Los bancos de EE.UU. y España eventualmente aprendieron de los errores del Citibank y comenzaron a comprar y a asociarse con instituciones financieras mexicanas a cambio de una porción considerable del mercado. “El mercado se volvió muy activo y las compañías comenzaron a salirse de la actividad después del censo del 2000”, dijo Cassola. “Antes de eso, los bancos no detectaban de dónde venía el dinero – de los hispanos que vinieron a cosechar tomates, servir mesas y enviar dinero a casa”.
El BBVA, el segundo banco más grande de España, compró el 41 por ciento de Bancomer en el 2003. El BBVA Bancomer posteriormente se asoció con el Wells Fargo & Co., Bank of America y con el Banco Santander, el banco más grande de España, y unieron sus fuerzas ese mismo año para comprar el 25 por ciento de Serfin, el tercer grupo financiero de México. Esa operación de US$1.600 millones le permitió al Bank of America ofrecer a los inmigrantes servicios de transferencias fáciles y económicas a través de la red Santander-Serfin.
Mientras tanto, el Citigroup compró Banamex, el segundo banco de México, y lanzó una tarjeta de crédito binacional que permite a los clientes estadounidenses asignar tarjetas adicionales a los usuarios mexicanos.
Rogando a sus pies
Sentado al final de una mesa larga en una sala de reuniones vacía, recuerda Cassola, una por una, más de una década de adquisiciones bancarias que afectaron adversamente a Girosol desde que inició sus actividades en 1994.
La mayoría de los NSMs ahora le están rogando a pequeñas instituciones financieras que les abran cuentas para ellos y están llegando a acuerdos costosos para transferir dinero en efectivo hacia y desde sus agentes.
“Estamos más abajo del nivel de las uniones de crédito en este punto”, dijo Anthony Rodríguez, oficial de cumplimiento de Ría Financial Services, un NSM con 8.000 agentes a nivel mundial. “Vamos a ir a bancos comunitarios en los barrios de la zona”.
Rodríguez le dio al FinCEN una lista de 67 compañías que rechazaron el negocio de su compañía, “aún cuando dijeron que pueden tener algunas cuentas NSM”.
“No hay puertas abiertas”, dijo. Ría y otras compañías que realizan negocios con Puerto Rico envían grandes cantidades de dinero en efectivo a sótanos virtuales en la isla porque los bancos allí no operan con los NSMs. Pero el transporte físico del dinero en efectivo es una solución onerosa.
“Si muchos NSMs pequeños y medianos dejan de realizar operaciones, ese dinero probablemente migre a remesadores subterráneos”, dijo Levine. “Eso amenazará a la seguridad nacional”.




