Los oficiales de cumplimiento enfrentan grandes retos cada vez que dos grandes instituciones financieras se fusionan. Pero cuando un banco compra los activos –y los problemas- de un competidor en quiebra, las complicaciones pueden incrementarse exponencialmente.

Cómo manejar los activos y las responsabilidades de un banco que está en bancarrota ha sido una pregunta frecuente durante los últimos años, considerando que más de 300 instituciones han quebrado desde el año 2008, de acuerdo a datos de la Corporación Federal de Seguros de Depósito (FDIC, por sus siglas en inglés). El organismo también destaca que durante los últimos 3 años han caído el 90% de las instituciones que han quebrado desde el año 2000.

La adquisición de un banco en problemas también puede resultar costosa, incluso si la compra de las cuentas de depósito y otros bienes tienen un precio de ganga. En marzo de 2010, Wells Fargo & Co. pagó US$160 millones por violaciones de cumplimiento contra el blanqueo de capitales (ALD) que se remontan hasta 2004 identificadas por los reguladores federales. Con la compra de Wachovia en diciembre de 2008, Wells efectivamente compró la mayor multa ALD impuesta hasta la fecha.

Para el banco comprador, las preguntas sobre cómo planean integrarse con el “negocio quebrado” surgen rápidamente, afirmó un oficial de cumplimiento de un banco mediano ubicado en California. Al pasar algunos meses, los reguladores pudieran preguntar cómo se fusionaron los procesos de diligencia debida, de reporte de actividades sospechosas y el monitoreo de las sanciones [empresas y entidades designadas por Estados Unidos], advirtió el funcionario bancario.

A juicio de la consultora independiente Marie Kerr, el problema es aún más complicado porque usualmente el oficial de cumplimiento de la institución adquirida, que es quien conoce los riesgos de los clientes y productos de la institución, abandona la institución.

“Cuando un banco está cayendo, se producen muchos recortes y ciertas funciones de cumplimiento pudieran  perderse”, indicó la experta.

La carencia de personal que conozca de primera mano los problemas potenciales retrasará la evaluación típica del sistema de monitoreo de transacciones y de las políticas antilavado de dinero de la institución adquirida, dijo Kerr.

Cuentas nuevas

No hay una referencia clara sobre lo que esperan los reguladores referente a las revisiones retrospectivas de las actividades de las cuentas que fueron adquiridas por un banco, afirmó e oficial de cumplimiento bancario que pidió no ser identificado.

Mientras que el nivel de riesgo asignado a los clientes nuevos antes de la fusión puede no ser muy fiable, es crucial que el banco comprador revise tan pronto como pueda un largo período de la cuenta de los clientes de elevado patrimonio.

También mientras más larga sea el lapso de tiempo que transcurra, mayor será el riesgo de las vulnerabilidades y se mantendrán los riesgos de alto riesgo, o se tomarán nuevos clientes sin el adecuado monitoreo, indicó el oficial de cumplimiento.

Después que la fusión se complete, los oficiales de cumplimiento deben estar dispuestos a realizar una revisión de las cuentas y decidir cuáles son de bajo o alto riesgo.

Las líneas de negocio como los negocios de servicios monetarios, las de banca corresponsal, las cuentas de banca privada y las relacionadas a personas expuestas políticamente (PEPs) requieren de 6 meses a un año de revisión retrospectiva, previa a la fecha de la adquisición.

Viejos empleados

Como los empleados de las instituciones quebradas son más propensos a instigar el fraude y otros crímenes, el personal de cumplimiento debe revisar cuidadosamente las transacciones pasadas de los empleados, afirmó Kerr. Específicamente se debe revisar las cuentas por hasta 12 meses para buscar transferencias inexplicables o quejas puestas por clientes por cargos inexplicables.

La misma revisión debe hacerse sobre las cuentas de los empleados de soporte técnico, alertó la experta, porque el personal del área tecnológica tiene una clara comprensión del sistema de monitoreo de las transacciones y podrían haber malversado dinero durante el período caótico del colapso financiero del banco.

Kerr comentó que ella asesoró a una pequeña sucursal de un banco extranjero en el cual un  empleado del departamento técnico había cambiado códigos de cuentas usados por el sistema de monitoreo de transacciones: “Fue muy sospechoso y no tenía sentido” lo que hizo. El individuo fue reportado a los superiores.

Tan pronto como se pueda, es necesario que el banco comprador “esté seguro que los sistemas y los datos están protegidos”, agregó.

Recientemente, la FDIC le informó al The Wall Street Journal que había iniciado procesos criminales contra unos 50 empleados de bancos quebrados de distintos tamaños. La investigación se enfocó en gerentes de préstamos y directores de las instituciones.

Cualquiera que sea el problema que el banco comprador encuentre, al menos en parte será responsabilidad de la institución adquirida. En el caso de Estados Unidos, la FDIC está muy interesada en vender los “activos malos” que diluyen sus fondos, por eso frecuentemente empuja a los interesados a adquirir los buenos activos junto con los malos, afirmó Joseph Gunnell, un ex examinador de la FDIC.

 

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