El reciente despido de tres altos ejecutivos de Citigroup—como consecuencia de la participación del banco en el escándalo en Japón relacionado con el lavado de dinero—puede convertirse en un evento crucial en la lucha entre los reguladores y los regulados, y podría resultar en un nuevo equilibrio en la relación entre los riesgos y premios a la reputación.
En el campo antilavado, el término “riesgo para la reputación” es utilizado para describir una larga lista de cosas terribles que aguardan a esas instituciones que se alejan del sendero de las buenas prácticas y del cumplimiento de la Ley de Secreto Bancario. La Reserva Federal de Chicago ofrece la siguiente definición: “Riesgo para la reputación es la posibilidad de que la publicidad negativa en relación a las prácticas comerciales de una institución, ya sean ciertas o no, provoquen un caída en la base de clientes, resulten en costosas peleas legales o en una caída en la facturación”.
Sin embargo, en la práctica no se dieron muchos casos donde las sanciones impuestas a desobedientes instituciones financieras hayan afectado la base de clientes o la facturación de una firma de una manera significativa.
En un documento presentado por Transparencia Internacional, Margaret E. Beare, directora en Canadá del Centro Nathanson para el Estudio del Crimen Organizado y la Corrupción, escribió que la “retórica del cumplimiento puede ser muy fuerte y servir para ofuscar una realidad de negligencia”. Según Beare, la publicidad negativa de un escándalo de lavado de dinero no necesariamente daña la reputación de una institución financiera. Cita, por ejemplo, el conocido escándalo que involucró a Bank of New York.
En 1999, Bank of New York fue el blanco de una investigación sobre un escándalo que involucraba la transferencia de US$7.000 millones desde Rusia a través de cuentas en el banco.
The Wall Street Journal, en diciembre de ese año, informó que el presidente del directorio del banco confirmó el estado financiero del banco, argumentando que “…el banco se encamina a lograr ganancias récord…y no ha experimentado casi ningún impacto en sus negocios por el escándalo”.
La comisión directiva del banco, sin embargo, creyó necesario castigar al presidente del directorio y presidente ejecutivo del banco, Thomas Renyi. Su salario y bonificación, como informa The Wall Street Journal, fueron reducidos de US$7,38 millones el año anterior a US$6,58 millones ese año. Analistas de inversión resumieron todo el caso como “algo embarazoso” y no como “…material que afectará la proyección a largo plazo de la compañía”. Tampoco se formaron largas colas de clientes esperando retirar sus fondos. (El banco, sin embargo, sí gastó millones de dólares en el proceso para remediar la situación).
El verdadero impacto en la reputación, hasta ahora no fue a parar a la institución o a los altos ejecutivos, sino a los hombros de los equipo de cumplimiento y legal del banco. Ellos fueron los convenientes chivos expiatorios en las organizaciones más grandes. Levante la alfombra, barra algunas carreras profesionales, y continúe. Hasta ahora.
Tres de los ejecutivos despedidos por Citibank fueron el conocido y respetado vicepresidente del directorio, Deryck Maughan; Thomas Jones, presidente ejecutivo de administración de activos; y Meter Scaturro, presidente ejecutivo de banca privada para Citigroup. Esto no es deshacerse de empleados de bajo rango. Esto es dar en el blanco, una llamada de alerta para todos los niveles de gerencia de las instituciones financieras, que estimaron que los riesgos por no cumplir con las regulaciones son finitos y controlables. Programas antilavado económicos e improvisados pueden haber servido para las finanzas, pero el riesgo ahora ha recaído sobre los hombros de los ejecutivos de salarios más altos.
Existe un viejo dicho que dice que Wall Street tiene una corta memoria institucional. Parece que progresamos de un escándalo hacia otro sólo pasando por cortos períodos de buen comportamiento. Si el mensaje de Citi tendrá un impacto duradero, sólo el tiempo lo dirá. Sin embargo, a lo mejor las medidas de Citi se conviertan en una acción con consecuencias en el futuro.
Howard Steiner es socio de ImpactAML, una firma que se especializa en cumplimiento antilavado desde una perspectiva tecnológica.




