El comercio internacional es actualmente una de las áreas más vulnerables ante las operaciones de lavado de dinero, pero según demuestra un caso revelado recientemente por las autoridades estadounidenses, también es un sector muy útil para financiar a los grupos terroristas.
A mediados del pasado mes de diciembre, el Departamento de Justicia de EE.UU. inició una acción civil para confiscar US$ 483 millones relacionados a un esquema de lavado de dinero a través del comercio internacional de vehículos estadounidenses que eran comercializados en África para financiar las operaciones del grupo terrorista Hezbollah.
La Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York inició el proceso civil por lavado de dinero en contra de una red de bancos y casas de cambio que conscientemente facilitaron el proceso de legitimación.
Una complicada red de remesas y empresas fachadas
Según los documentos oficiales, el Lebanese Canadian Bank, BLOM Bank, Middle East and Africa Bank y el Federal Bank of Lebanon procesaron fondos pertenecientes al grupo islámico, que utilizó a negocios de servicios monetarios (NSM) del Líbano para transferir dinero desde las instituciones libanesas hacia bancos estadounidenses.
Los miembros de la red ubicados en Estados Unidos utilizaron el dinero para comprar US$ 1.000 millones en automóviles entre 2008 y 2010. Los delincuentes adquirieron vehículos en todo el país. Luego carros fueron exportados a África, donde finalmente fueron vendidos. Ya en febrero de 2011, el vocero de la Agencia Federal Antinarcóticos (DEA por sus iniciales en inglés), Lawrence R. Payne, dijo a The Associated Press que la organización de Ayman Joumaa, un traficante de drogas libanés, lavaba dinero valiéndose de 50 lotes de automóviles usados en Estados Unidos.
Entre enero de 2007 y 2011, las empresas libanesas Hassan Ayash Exchange Company y Ellissa Exchange Company transfirieron al menos US$ 126 millones desde cuentas mantenidas en los cuatro bancos libaneses. Para pagar por el envío de los autos, las empresas de cambio, las compañías fachada y los operadores de Hezbollah enviaron cientos de pagos a cuentas de la empresa de envío Redford en el Comerica Bank y el PNC Bank (ninguna de las dos instituciones respondió a las solicitudes de información presentadas para esta nota)
El origen del dinero está asociado a la venta de drogas en países africanos y en otros lugares. La ganancia de estas operaciones era transferida a los operadores de Hezbollah en Líbano mediante mensajeros, casas de cambio o “hawalar”, según indicaron las autoridades estadounidenses.
Este complicado proceso de legitimación fue descubierto por la Agencia federal Antidrogas y por un socio del banco Société Générate que compró bienes del Lebanese Canadian Bank y auditó cerca de 200 cuentas sospechosas relacionadas a Hezbollah, según indica el sumario del caso y un reporte publicado en diciembre por el diario The New York Times. Esto demuestra lo importante de las auditorías y de la diligencia debida extendida aplicada a cuentas de alto riesgo.
Hablan los expertos
El nivel de sofisticación utilizado en el proceso demuestra que Hezbollah “no es solo una organización terrorista, sino la familia de crimen organizado más grande del mundo”, dijo Dennis Lormel, un ex director de la Sección de Crímenes Financieros del Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus iniciales en inglés).
“Desafortunadamente Estados Unidos ha sido un país muy lucrativo para ellos”. Las ganancias de Hezbollah han estado en la mira de los investigadores durante varios años y esta acción civil demuestra que el grupo terrorista se mantienen como un target principal para las autoridades, explicó Lormel.
El sumario del caso también destaca el riesgo creciente para los bancos relacionados a las instituciones financieras libanesas, advirtió Jonathan Schanzer, un ex investigador de terrorismo de la oficina de Inteligencia y Análisis del Departamento del Tesoro.
A pesar de ser un país miembro del grupo de Acción Financiera (GAFI) y un país conocido por su sofisticado sistema bancario, el Líbano “se ha vuelto ciego ante muchas actividades de Hezbollah”,dijo Schanzer.
La organización criminal ha trabajado para generar más y más ganancias, mientras que las sanciones internacionales han afectado los fondos que recibía de Irán. “Lo que preocupa es que esta era solo una fuente de sus ganancias, que se contabilizan en cientos de millones de dólares”, señaló el experto.
Antecedentes del caso
En enero de 2011, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC por sus iniciales en inglés) incluyó en la lista negra de Nacionales Especialmente Designados a las dos empresas libanesas, que mantenía cuentas con el Lebanese Canadian Bank, permitieron las operaciones de Joumaa.
En febrero, FinCEN propuso la designación del banco como “una preocupación primaria de lavado”, por su demostrada tolerancia hacia los traficantes de drogas y operaciones de Hezbollah para legitimar dinero a través de sus cuentas en la institución. Esta medida efectivamente aisló al banco –el octavo en tamaño en el Libano- del sistema bancario estadounidense.
Antes este banco ya había sido golpeado, cuando en julio de 2008 varios familiares de víctimas de actos terroristas adelantados por Hezbollah presentaron una demanda contra la institución, por haberle permitido al grupo operaciones que le permitieron ejecutar ataques de cohetes contra Israel entre julio y agosto de 2006.
El sumario de un caso federal revelado a mediados del mes pasado, detalla los cargos presentados contra el narcotraficante Joumaa, también conocido como “Junior”, a quien se le acusa de haber traficado 85.000 kilos de cocaína hacia Estados Unidos y de legitimar US$ 850 millones mediante empresas fachadas y del Lebanese Canadian Bank.
Joumaa, quien se encuentra fugitivo, es acusado de ayudar al cartel mexicano Los Zetas y a los narcotraficantes colombianos.




