Las remesadoras de dinero han desarrollado controles en todos los eslabones de la cadena de producción: en el momento de la captación del dinero, en el transporte (tanto nacional como internacional) y sobretodo en el pago.
En el momento de la captación, tanto las agencias como las oficinas centrales utilizan complejos sistemas de procesamiento y canalizan los datos hacia bases de datos centralizadas donde éstos son sometidos a procedimientos de monitoreo y filtrado con el fin de detectar patrones de estructuración y otras anomalías. Agentes y oficinas, además, llevan a cabo exactamente los mismos procedimientos de verificación de la identidad y reciben entrenamiento especializado con igual rigor.
El protagonista principal del eslabón del transporte del dinero es el sistema bancario. Como todos sabemos, los bancos son entidades altamente reguladas y controladas que aplican con intenso rigor todos sus protocolos de control, en especial a un “producto” calificado de alto riesgo como lo es la remesa.
En el eslabón del pago es donde tal vez hay más desconocimiento acerca de qué se hace para minimizar la posibilidad de lavado. A diferencia de lo que puede pensarse, existen hoy sofisticados sistemas de control y prevención en gran parte de las jurisdicciones internacionales que son destino de las remesas provenientes de los países desarrollados.
Colombia como caso de estudio
En Colombia la mayoría de las remesas se pagan a través de las casas de cambio, una subclase del género intermediarios del mercado cambiario, que incluye, entre otras, además de las casas de cambio, los bancos comerciales, las sociedades comisionistas de bolsa y compañías de financiamiento comercial.
La ley exige diversos requisitos y controles que las empresas deben aplicar cuando pagan remesas.
En primer lugar, deben instrumentar un Sistema Integral para la Prevención del Lavado de Activos.
En segundo lugar, deben reportar actividad sospechosa y múltiple a la Unidad Administrativa Especial de Información y Análisis Financiero (UIAF), nombre que recibe la unidad de inteligencia financiera colombiana. Se llaman operaciones múltiples a las que suman más de U$S 1.500 por beneficiario en el mismo mes.
Documentación
Por último pero no menos importante, se encuentran las restricciones en la forma de pago y en el soporte documental de las operaciones. Las remesas se pagan de diferente manera según los montos individuales:
–Hasta U$S 2.000 en efectivo
–De U$S 2.001 a U$S 2500 con cheque para cobrar por ventanilla a nombre del beneficiario
–De U$S 2501 a U$S 2.999 con cheque con cruce sencillo a nombre del beneficiario
–De U$S 3000 en adelante con cheque cruzado a nombre del beneficiario y sello que restrinja su comercialización.
Adicionalmente, las remesas de U$S 3.000 en adelante provenientes de Europa y U$S 2.000 en adelante provenientes de Estados Unidos, es obligatorio obtener fotocopia del documento de identidad del remitente y declaración del origen de los fondos
Además, las casas de cambio han desarrollado sofisticados sistemas de monitoreo similares a los de las remesadoras que captan los fondos en Estados Unidos: obtienen la huella dactilar de cada uno de sus clientes con el fin de confrontarla con la de la cédula de ciudadanía, el documento único de todo ciudadano colombiano. También entrenan activamente a sus empleados.
Adicionalmente, han instrumentado mejores prácticas de administración tales como la optimización periódica de sus procesos y la realización rutinaria de control técnico y operativo.
Es muy probable que Colombia sea hoy uno de los países líderes en el mundo en cuanto a regulación del sistema financiero bancario y no bancario y al diseño e instrumentación por parte de las empresas y el gobierno de procedimientos y sistemas para la prevención del lavado de dinero. Sólo nos queda esperar que el resto de Latinoamérica lo imite.
–Juan Llanos, CAMS, es oficial de cumplimiento en jefe y vicepresidente de servicios de Remesas Quisqueyana, una importante compañía de remesas de dinero con sede en Nueva York, con más de 700 puntos de venta.




