Aunque el banco Riggs no se la hizo fácil a los reguladores –el banco ocultó a los examinadores durante años que Pinochet tenía cuentas allí–el informe del Subcomité Permanente del Senado de EE.UU. (por sus siglas en inglés, PSI) muestra una imagen poco halagadora de los reguladores que se suponía debían supervisar al banco. Aunque la Oficina de Contralor de la Moneda (por sus siglas en inglés, OCC), en su carácter de regulador principal del banco Riggs, soporta la carga más pesada de las críticas del informe, la Reserva Federal no sale indemne – el informe califica a la Reserva Federal de “lenta y pasiva”. Los traspiés regulatorios detallados en el informe del Subcomité incluyeron:
1. La manera más fácil no fue la solución
La OCC no emitió una orden de cesar y desistir requiriendo que Riggs reformara su programa antilavado hasta 2003 –seis años después de que los examinadores comenzaran a identificar importantes errores antilavado, y un año después de descubrir las cuentas de Pinochet. La OCC fue lenta en castigar al banco, aun cuando el banco había ayudado a Pinochet a movilizar y ocultar millones mientras el dictador trataba de evitar órdenes judiciales internacionales respecto del congelamiento de sus activos. Y a pesar de los antecedentes de abusos de derechos humanos de Pinochet, “funcionarios de alto rango de la OCC pasaron más tiempo reasegurándole al Riggs que mantendría las cuentas de Pinochet confidenciales que considerando si iniciar acciones de cumplimiento”.
2. En El Riggs confiamos
Los reguladores también a menudo acordaron compromisos de mejoramiento del banco Riggs. “Aunque los problemas fundamentales fueron identificados en virtualmente todas las revisiones antilavado en el banco desde 1997, cada vez que Riggs prometió tomar las acciones correctivas necesarias, la OCC no tomó ninguna acción de cumplimiento contra el banco. La OCC creyó las continuas promesas del banco de mejorar”.
Además, no se tomaron medidas de seguimiento para asegurarse que el banco cumplía sus promesas. En marzo de 2003, una frustrada examinadora de la OCC envió un mensaje de correo electrónico a sus superiores, solicitando una exhaustiva revisión del Riggs, y preguntando, “¿Cuántas veces vamos a examinar [al Riggs] y encontrar cada vez un nuevo gran problema?”. Su supervisor respondió con una admisión del error, y ninguna promesa de acción.
3. La zona demasiado amistosa del examinador bancario
El examinador de la OCC a cargo del banco Riggs, R. Ashley Lee, se convirtió más en “un abogado [del Riggs] que en un regulador amplio”. En una Reunión de Revisión de Supervisores realizada en Washington en 2001, Lee hizo una recomendación en contra de tomar alguna acción de cumplimiento contra Riggs, “a pesar de que tres revisiones antilavado habían identificado deficiencias antilavado, incluyendo una deficiente documentación sobre conozca a su cliente, supervisión inadecuada de cuentas y problemas de auditoria”.
En 2002, Lee decidió sacar de la base de de datos electrónica de la OCC un memorandum relacionado con la revisión de las cuentas de Pinochet hecha por la OCC. Esto significó que un examinador bancario que deseara consultar esos materiales sobre Pinochet tuviera que localizar las copias en papel de esos documentos en una vieja oficina de la OCC.
Luego de que Lee dejara la OCC para trabajar para el Riggs como vicepresidente y oficial jefe de riesgo – “creando, como mínimo, una apariencia de conflicto de intereses”- la OCC le permitió regresar a la agencia para asistir a reuniones sobre el cumplimiento antilavado de Riggs.
4. Contralor de Contradicciones:
Los informes de revisión de la OCC frecuentemente encontraron que el programa antilavado de Riggs era “satisfactorio” –al mismo tiempo que identificaban problemas importantes. El resultado: “señales contradictorias sobre el cumplimiento antilavaodo del banco y su necesidad de mejorar tal situación”.
Los problemas antilavado tampoco eran considerados de manera consistente en los “informes de revisión” anuales, entregados a la junta directiva del Riggs. Estos informes, emitidos por la OCC en 1998 y 1999 no contenían “virtualmente ninguna información antilavado”. Sin embargo, el informe de 2000 identificaba a “un sinnúmero de deficiencias antilavado en el banco, requiriendo de manera contundente acciones correctivas inmediatas”. Un año después el informe había suavizado su tono, y luego en el informe de 2002 se destacaban las deficiencias antilavado. Dada la naturaleza contradictoria de los informes, ¿qué se suponía que el Riggs debía creer sobre sus programas antilavado?




