Por el Departamento Editorial.
A pesar de que las regulaciones orientadas a prevenir el lavado de dinero (ALD) y el financiamiento del terrorismo (CFT) no son nuevas en la industria de valores, muchas empresas medianas y pequeñas de este sector consideran el cumplimiento su principal desafío.
A juicio de algunos expertos, las grandes firmas de los mercado de valores de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica cuentan con sistemas sólidos de prevención ALD / CFT. Sin embargo, la situación parece ser deferente con las empresas de corretaje de menor tamaño, que suelen ser la mayoría en casi todas las jurisdicciones.
Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos existen más de 4.400 empresas registradas ante la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera (FINRA por sus iniciales en inglés), de las cuales unas 2.500 son consideradas micro-empresas por tener menos de 10 empleados. Estas compañías todavía están en proceso de aprendizaje de las reglas y regulaciones de ALD / CFT, afirmó Kenneth Cherrier, vicepresidente de la firma Waddell & Reed, Inc.
“Pero en el otro extremo las grandes empresas –que cuentan con 1.000 o 1.500 representantes- están haciendo un trabajo muy, muy bueno en la comprensión de las normas y los reglamentos tienen que cumplir”, aseveró el experto durante su participación en la 18° Conferencia Internacional sobre Lavado y Crimen Financiero de ACAMS.
Uno de los principales problemas –explicó Cherrier- es que muchos gerentes de firmas pequeñas aún no comprenden los riesgos del lavado de dinero y como operan los grupos criminales. “Muchas veces responden: no hay lavado de dinero a través de mi firma porque no aceptamos dinero en efectivo. Yo creo que no hay una clara comprensión del lavado de dinero que se lleva acabo con las micro capitalizaciones (microcap stocks). No creo que el lavado de dinero transaccional está plenamente identificado”.
Cumplimiento complejo
La complejidad del cumplimiento en este sector parte de varios factores, como la velocidad de las operaciones, el carácter global y la diversidad de productos, entre otros. Por ejemplo, las transacciones de fondos mutuos son muy diferentes de anualidades variables, que son muy diferentes a las de un seguro de vida universal, a las de títulos representativos de capital y a las operaciones de bonos. “Así que la dificultad está en observar cada tipo de producto que su casa de bolsa ofrece y tratar de identificar los tipos de transacciones que pueden causar preocupación. Ese ha sido un reto desde el primer día y lo sigue siendo hoy”, afirmó Cherrier.
Esta dificultad se convierte en un mayor desafío para las empresas medianas o pequeñas, que no cuentan con suficiente potencia económica para armar un departamento de cumplimiento sólido.
Uno de los problemas que más afecta a las industrias pequeñas y medianas del sector es la falta de disposición de las juntas directivas para armar departamentos de cumplimiento verdaderamente efectivos, con los recursos humanos y tecnológicos que realmente requiere el actual mercado de valores, afirmó el director comercial para Latinoamérica de una empresa comercializadora de software antilavado.
“Recientemente una empresa bursátil que opera en dos países de Latinoamérica rechazó una oferta para la instalación de un sistema integral de prevención, monitoreo y administración de riesgos en cada país, porque la Junta Directiva consideró que US$ 95.000 era mucho dinero. Lo irónico es que cuando revisas los estados financieros de la firma te das cuenta que facturan cientos de millones de dólares al año y tienen unas utilidades significativas”, expresó el vendedor, quien pidió mantener su nombre en reserva.
Otro aspecto es la educación. Es necesario que las empresas de valores garanticen una capacitación efectiva, que les permita a los empleados entender la esencia de proteger a la empresa del dinero sucio, que no es más que cumplir las normas.




