Por: Martha P. Morales (*)  

En sus inicios, era común al interior de las organizaciones, que el tema del lavado de dinero, tendiera a verse aislado. Hasta hace un par de años, bastaba con la sola asignación de una persona o área como responsable para dar cumplimiento a la regulación, lo que fomentaba la visión de dicha separación. 

Si bien es cierto que las disposiciones a nivel internacional establecen la necesidad de contar con una persona o área enfocada en el tema, también lo es que para lograr el éxito en la implementación de medidas AML, se requiere el apoyo y la participación de toda la organización en su conjunto, y esto se debe a que cada área que la integra está vinculada entre sí. 

De aquí puede desprenderse que uno de los generadores de las cuantiosas multas atribuibles al tema AML, en gran medida se origina por la falta de una cultura de prevención, de tal forma que lograr que el tema AML penetre en el inconsciente de una organización, se ha convertido en un reto interesante para la misma.

¿Pero cómo lograrlo? Esto es lo que todos en algún momento nos hemos preguntado; y la respuesta, aunque simple, es bastante compleja: generando conciencia. Y para poder hacerlo, un primer paso es dejar de ver el tema como algo aislado, porque de hecho no lo es. 

El tema AML tiene un impacto, en mayor o menor medida, en cada proceso establecido en las organizaciones; desde la contratación del personal hasta la generación de ingresos, por lo tanto, en todo proceso definido, es necesario contemplar políticas, procedimientos y controles que permitan construir una cultura de prevención, pues ésta nace en cada puesto y con cada colaborador, todos son igualmente importantes para construirla.

Cuando los colaboradores reconocen el impacto que sus actividades tienen dentro en todo proceso en que participan, comienza a generarse una estructura de acompañamiento, lo que tiende a fortalecer dicho proceso, lo mismo sucede con el tema AML.

Esto nos plantea el reto de integrar dicho tema a la institución y para lograr que el concepto de prevención AML se permee, es importante hacerlo paso a paso, pues de lo contrario solo se genera resistencia. Por lo tanto, se requiere dar pasos firmes y de manera continua, sin desanimarse, definiendo una estrategia cuya base será el establecimiento y difusión de un adecuado programa de cumplimiento. 

Un cambio cultural tiene su base en el ejemplo, por lo tanto, toda estrategia encaminada a la prevención AML debe estar presente en cada rincón y respirarse en cada espacio, de manera que se viva el mensaje, esa invitación que debe partir desde el gobierno corporativo de las Instituciones, y que va encaminada a realizar el trabajo diario, manteniendo un equilibrio entre su visión de negocio, su estilo de liderazgo y sus principios éticos.

Como es bien sabido, el riesgo que conlleva el lavado de dinero para las organizaciones nunca podrá erradicarse, sin embargo, sí puede minimizarse, y para que esto suceda cada pieza debe colocarse en su lugar, de esta forma, al trabajar en conjunto se apoya un fin que beneficia a todos por igual: Cuidar la reputación de la Institución.

Por tal motivo, todo esfuerzo que se realice para establecer una cultura de prevención, no tendrá éxito a menos que cuente con tres elementos clave: paciencia, insistencia y resistencia. Éstas, combinadas en el tiempo, brindarán como resultado el cambio cultural anhelado.

(*) Subdirectora de Cumplimiento Normativo de Vector Casa de Bolsa – México