Si bien es cierto que la capacitación es uno de los pilares fundamentales de un sistema de prevención del lavado y del combate de los crímenes financieros, la eficacia de la misma se encuentra supeditada a varios elementos que deben estar presentes para poder mitigar al máximo los riesgos.

Indistintamente de que los sujetos obligados y/o profesionales independientes cuenten con presupuestos adecuados, consultores, plataformas de e-Learning y entrenamientos “in situ”, es vital que la capacitación esté concebida desde una base conceptual adecuada a los tiempos modernos.

Hay cinco principios que no pueden dejarse por fuera al momento de preparar un programa de entrenamiento y de crear una cultura corporativa:

-Formación interna y externa: la necesidad de combatir eficazmente este delito nos ha llevado a explorar otro tipo de frentes, que van más allá de la capacitación del personal de cumplimiento y ejecutivos, adentrándonos en el entrenamiento de clientes, proveedores, etc. Las áreas comerciales deben abogar por la creación de una cultura de la prevención en sus clientes. Se puede lograr a través de un real y sincero acercamiento, dando a conocer los beneficios de una cultura antilavado y de prevención de los delitos financieros. La empresa debe explicar al cliente la gran ventaja de que su organización no se vea involucrada en operaciones sospechosas que afecten su negocio o imagen.

-Valores definidos: la ética y los valores de las personas que conforman el público interno y externo de la organización deben ser coincidentes con los principios de prevención y combate de los crímenes financieros. Una clave es identificar los valores del personal de cumplimiento, ejecutivos y personal en general, y fortalecerlos dentro del proceso de conocimiento y profundización de la relación con el cliente.

El plan de entrenamiento –así como el programa de cumplimiento en general- no será efectivo, si los valores transmitidos no son coincidentes con los del personal, los clientes y/o asociados. En tal sentido, una persona con antecedentes por fraude financiero, difícilmente se esforzará por hacer cumplir los procesos y políticas de control.

-Entrenamiento práctico: los contenidos legales y teóricos abundan sobre el tema de prevención del lavado de dinero, pero son de difícil difusión debido a su complejidad y profundidad. Es por ello que dentro de un esquema de capacitación, además de darle importancia a los conceptos, se debe contemplar el desarrollo de conocimientos a través de talleres prácticos con contenidos basados en hechos reales.

-Temática enfocada: se deben establecer las habilidades requeridas al personal y ejecutivos encargados de combatir el lavado de dinero por medio de evaluaciones cualitativas, que aseguren una adecuada determinación de las necesidades de capacitación. Pero es vital entender que cada persona, de acuerdo a su función dentro o fuera de la empresa, tiene diversas necesidades de entrenamiento.

-Popularización del tema: el antilavado debe dejar de ser un “secreto”, un “tabú” dentro de la empresa…. Y para esto los oficiales antilavado deben convertirse en un eslabón fundamental de una cadena que disemine la información y la cultura de prevención, con el propósito de establecer fortalezas e identificar debilidades. Esta cadena se extiende no sólo a subalternos, sino también a otras áreas de la institución, así como a agentes externos tales como clientes y proveedores. En este proceso es vital la participación de los departamentos de comunicación, prensa y relaciones públicas, pero sobre todo es vital el respaldo de la junta directiva.

La prevención contra el lavado debe deslindarse del campo meramente laboral y trascender al personal, en el entendido que debe adoptarse una actitud frente a la vida en contra de este delito que no repara, a diferencia de otros, en clases sociales, actividades económicas o estilos de vida.