Por Verónica Moyano
En los últimos días, la Policía Nacional de España desmanteló una oficina de lavado de dinero procedente del narcotráfico mexicano que, según las investigaciones era la encargada de movilizar el dinero producto del tráfico de estupefacientes desde México a través de una empresa comercializadora de frutas.
En el operativo policial fueron decomisados 385 mil euros en efectivo y nueve vehículos, además de lograr la detención de nueve personas presuntamente implicadas en la trama.
La investigación se inició en el año 2012 cuando las autoridades españolas detectaron que, a través de una empresa comercializadora de frutas, se estaban ingresando desde México estupefacientes al país.
“Los agentes descubrieron que al frente de la ‘oficina’ de blanqueo se hallaba un hombre natural de México, que trabajaba para organizaciones de narcos de su país dedicadas a introducir cocaína en España, entre ellas la responsable del envío de los 2.515 kilogramos interceptados en el Puerto de Algeciras el pasado mes de abril”, señala el Ministerio de Interior en referencia al supuesto narcotraficante mexicano que dirigía la sucursal de lavado de dinero.
Empleados bancarios, la clave del modus operandi
Según dieron a conocer las autoridades, el dinero procedente de la venta de drogas, era trasladado a través de “correos humanos” que en su equipaje y en pequeñas cantidades procedían a sacar el dinero del país, realizando complicados itinerarios con el objetivo de “despistar” en relación al destino final del viaje.
La metodología era llevada a cabo presuntamente en complicidad con empleados bancarios que, aparentemente según se investiga, habrían sido los encargados de cambiar los billetes de baja denominación por billetes de 500 euros para permitirles a los correos humanos trasladar una mayor cantidad de dinero en el menor espacio posible.
¿Una metodología imposible de detectar?
Este tipo de metodología representa un reto para las autoridades encargadas de la prevención y el control del lavado de dinero por el hecho de que los montos trasladados a través de las fronteras o bien depositados en cuentas en instituciones financieras se encuentran por debajo de los volúmenes que dan origen a una señal de alerta.
Sin embargo, al aparecer la figura de un cómplice dentro de las instituciones financieras que se presta a facilitar la operación llevada a cabo por los lavadores, pudiera ser la clave para detectar irregularidades que permitan abrir una investigación que lleve a cerrar el círculo delictivo.
Conozca a su empleado
Debido a que, en muchas ocasiones, las organizaciones criminales logran introducir a personas vinculadas a ellas dentro de las instituciones financieras, éstas primeramente deberán ser excesivamente minuciosas a la hora de incorporar personal.
La puesta en práctica de la política “conozca a su empleado” se constituye, por tal motivo, en una de las principales herramientas para la prevención del lavado de dinero dentro de las instituciones financieras.
Es necesario el desarrollo de una política de selección de empleados y funcionarios que considere el requerimiento de referencias sobre trabajos y actividades profesionales anteriores; la búsqueda de antecedentes judiciales, información personal, familiar y socioeconómica, visitas domiciliarias y demás.
En relación a la conducta de los empleados, hay distintas señales de alerta que permiten sospechar que un empleado pudiera estar participando en maniobras delictivas:
• Estilo de vida más allá del alcance de los medios del empleado. Las membresías a country clubs, el manejo de automóviles costosos, el uso de prendas de vestir de marcas reconocidas, especialmente cuando no están justificados por un paquete compensación elevado o una herencia, por ejemplo.
• El trabajo durante una cantidad inusual de horas y el ser reticente a tomar licencia por enfermedad o vacaciones. El obligar al empleado sospechado a tomarse vacaciones o licencia haciendo que otro empleado cubra el cargo, en muchos casos, descubrió casos de fraude.
• El ganarse la confianza de la gerencia y de los colegas siendo simpático y considerado. Podría calificarse como carisma, pero cuando se junta esta actitud con alguna otra señal de alerta, debe ser analizada cuidadosamente.
• El jactarse de bienes como propiedades, inversiones y actividades de esparcimiento. El ego de un defraudador es una vía que lleva a la confianza en sí mismo y a asegurar que sus acciones no serán detectadas.




