A pesar de ser una vieja metodología de lavado de dinero, la estructuración sigue contando con la preferencia de muchos criminales, incluso de los que buscan evadir impuestos. Si bien en la actualidad el personal antilavado cuenta con más conocimientos y con herramientas automatizadas que detectan patrones de conducta transaccional, los criminales siempre creen tener una fórmula ideal para drenar recursos ilícitos dentro del sistema financiero sin ser detectados.

Presentamos un complejo caso de estructuración descubierto este año en Estados Unidos, el cual fue incluido en el informe titulado Revisión de Actividades de los Reportes de Operaciones Sospechosas, publicado por la Red de Control de Crímenes Financieros (FinCEN) el 12 de octubre de 2011.

Estructurando para evadir impuestos

Mientras adelantaban una investigación en contra de un criminal, los agentes del Buró Federal de Inteligencia (FBI por sus iniciales en inglés) encontraron diversos reportes de operaciones sospechosas (ROS) que indicaban retiros consecutivos diseñados para evadir los requerimientos de reportes que deben presentar las instituciones financieras.

Durante varios años el dueño de un negocio y su esposa utilizaron un método para estructurar transacciones, con la finalidad de ocultar sus ingresos reales ante las autoridades fiscales estadounidenses.

La metodología consistía en realizar múltiples depósitos y retiros en efectivo consecutivos, convirtiendo luego el dinero en otros instrumentos financieros. Un ROS presentado por un banco indica que la pareja realizó más de 30 retiros de efectivo en un período de 90 días, todos por debajo de US$10,000.

Según la información de otro ROS, durante un período de seis meses hubo cerca de 250 depósitos que totalizaron US$ 1.7 millones. De esos depósitos, más de 50 fueron por US$ 1500 aproximadamente, lo cual pareció sospechoso al oficial de cumplimiento que presentó el reporte.

Luego de retirar el dinero en efectivo de sus cuentas, la pareja había diseñado un complejo proceso de adquisición de instrumentos financieros con el objetivo de ocultar el rastro del dinero. Una parte era utilizada para comprar “money orders” y cheques de gerencia (cheques de caja), los cuales luego eran utilizados para gastos personales. La otra parte del dinero la usaban para contratar cómplices qué adquirieran a su nombre los “money orders” y cheques de gerencia a cambio de una comisión.

Los establecimientos que venden “money order” deben reportar todo operación por más de un US$ 3.000. Para evadir este proceso de control, los delincuentes y sus cómplices adquirían los “money order” por montos menores en distintas agencias, durante varios días consecutivos.

Los bancos presentaron unos 200 reportes de transacciones en efectivo (RTE) relacionados a la empresa de los implicados, quienes parecían conocer las obligaciones y límites que tienen los bancos para presentar reportes.

La adecuada utilización de la información contenida en los ROS les permitió a las autoridades procesar penalmente a los implicados, quienes lograron ocultar millones de dólares durante varios años. Sin embargo, el desmantelamiento de esta operación fue gracias a la adecuada supervisión y análisis del personal de cumplimiento bancario. Ambos procesados se declararon culpables de estructuración con fines de evadir impuestos y otro delitos.