Apenas pasaba la medianoche y “Dave Mathews Band” interpretaba uno de sus éxitos en el Wrigley Field de la ciudad de Chicago (USA). Miles de fanáticos disfrutaban el concierto esa noche de septiembre de 2010, pero ninguno se imaginaba que en las afueras del estadio, un terrorista libanés colocaba un explosivo en un pote de basura.
Sami Samir Hassoun, originario del Líbano y residente permanente en Estados Unidos, buscaba desestabilizar económica y políticamente a la ciudad de Chicago. Por tal razón, identificó “objetivos” claves y contactó a una célula terrorista que financió la operación y le entregó el poderoso artefacto explosivo que colocó esa noche en el estadio. Lo que no sabía Hassoun es que todo era parte de una operación encubierta y la bomba era falsa.
El Caso
En junio de 2012, el indiciado conversó con un sujeto a quien le reveló sus intenciones de cometer actos de violencia en lugares comerciales, uno de ellos el estadio Wrigley Field. Según indica el sumario de la corte, Hassoun decía que un ataque en un centro de entretenimiento paralizaría el comercio de Chicago.
El individuo, quien es un informante del Buró Federal de investigaciones (FBI), le dijo a Hassoun que podía contactarlo con personas que podían ayudarlo a perpetrar el ataque. Las conversaciones se mantuvieron por varias semanas, hasta que Hassoun fue presentado ante el terrorista, quien realmente era un agente encubierto del FBI.
En julio de 2008, Hassoun conoció al encubierto y le manifestó su idea de perpetrar una serie de ataques que dañarían el estamento político, la confianza en las autoridades, la economía y afectaría la sensación de seguridad de la población. Cuando se le preguntó lo que él estaba personalmente dispuesto a hacer, Hassoun indicó que estaba dispuesto a realizar un atentado con coche bomba o ejecutar el asesinato de policías de Chicago. Cuando se le preguntó si estaba preocupado por las víctimas de esa violencia, Hassoun dijo que las bajas serían el resultado inevitable de lo que él llamó “la revolución”.
El Financiamiento
Luego de haber identificado objetivos como los centros de entretenimientos, edificios residenciales, rascacielos comerciales y medios de transporte, Hassoun necesitaba el apoyo de la presunta célula terrorista para poder ejecutar los ataques. En esta ocasión no se utilizaría el sistema financiero, ni sistemas de remesas formales o informales, sino que todo el dinero sería entregado en efectivo y los equipos necesarios, incluida las bombas, se las darían personalmente.
Lo primero que recibió Hassoun fue una cámara de video, con la intención de que grabara los posibles lugares para perpetrar los ataques. Luego esos videos serían analizados y estudiados. Hassoun realizó dos visitas al estadio y obtuvo grabaciones del bar, los restaurantes y los puntos de seguridad. Realizó algunos comentarios tácticos sobre el ataque y destacó los posibles riesgos que implicaba cada locación.
Los agentes encubiertos, actuando como una célula terrorista, le pagaron a Hassoun US$ 2.700 entre el 21 de julio y el 18 de septiembre. Este monto refleja la difícil labor en la detección del financiamiento del terrorismo que tienen las instituciones financieras, ya que una transacción por esa cantidad suele pasar completamente desapercibida en los sistemas de monitoreo y control.
Las reuniones se siguieron realizando en bares y distintos lugares, hasta que el 18 de septiembre los terroristas se encontraron en el Hotel Rosemont, donde los agentes le entregaron a Hassoun un bolso y un morral, que contenía en su interior la bomba preparada para el primer ataque. El explosivo supuestamente destruiría media cuadra de su ubicación y causaría muchas muertes durante el concierto.
Mientras se dirigían hacia el estadio, donde la banda de rock tocaba, la bomba fue reprogramada para explotar en 20 minutos, ya que Hassoun consideraba que 30 minutos era mucho tiempo. A las 12:10 A.M. los terroristas se detuvieron en las proximidades del estadio y Hassoun caminó hasta el lugar seleccionado y depositó el morral con el explosivo en el pote de basura. Luego se retiraron del lugar.
Pocos minutos después la bomba no detonó y las autoridades detuvieron a Sami Samir Hassoun por intento de atentado terrorista.
La Sentencia
El 23 de abril de 2012, Hassoun se declaró culpable de los cargos de intento de utilizar un arma de destrucción masiva e intento de utilizar un artefacto explosivo. El juez Robert Gettleman fijará la sentencia el venidero mes de agosto. El acuerdo logrado con la fiscalía indica que la sentencia no será menor de 20 años, ni mayor de 30 años de prisión.
El acuerdo también contempla que Hassoun debe colaborar con las autoridades cuando le sea solicitado en otras investigaciones o procesos judiciales.
Las investigaciones fueron adelantadas por la Fuerza de Tarea Conjunta Antiterrorismo del FBI, que está integrada por agentes especiales, la policía de Chicago y representantes de otras 20 agencias policiales estatales y locales del país.




