Lo hemos escuchado una y otra vez.  Un enfoque basado en el riesgo es una de las maneras más efectivas de protegerse contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo.

Pero para una institución, diseñar un sistema basado en el riesgo requiere una evaluación de la propia exposición de la institución, de acuerdo con el proyecto del grupo inglés Joint Money Laundering Steering Group.  El objetivo del Grupo Steering –que incluye asociaciones de comercio y servicios—es interpretar las regulaciones sobre lavado de dinero del Reino Unido y proponer mejores prácticas para contrarrestar al lavado de dinero y la financiación del terrorismo.


En marzo pasado el grupo publicó el borrador de un conjunto de guías.  Entre sus recomendaciones, el Grupo Steering sugiere que la alta gerencia, que debe estar totalmente involucrada en el proceso, debe realizar las siguientes preguntas para evaluar las vulnerabilidades de la institución frente al lavado de dinero o la financiación del terrorismo:


¿Qué riesgos presentan sus clientes?


–¿Ubicación geográfica?
–¿Tipo de negocios?
–¿Estructuras legales y de transacciones?
–¿Canal(es) de entrega?
–¿Cómo fueron presentados a la institución?
–¿Reticencia de clientes institucionales – como compañías y fideicomisos – a identificar a los dueños reales?


¿Qué riesgos presentan sus productos y servicios?


Su producto o servicio específico:


–¿Tiene una transacción o una inversión de monto especialmente alto?
–¿Permite realizar pagos a terceros?
–¿Tiene una complejidad inusual?
–¿Requiere la verificación gubernamental sobre la elegibilidad del cliente?


¿Qué contramedidas puede adoptar usted para administrar estos riesgos de manera efectiva?


–¿Variar las modalidades de identificación del cliente por nivel de riesgo?
–¿Estandarizar la calidad de la evidencia, sea documental, electrónica o de garantías de terceros?
–¿Determinar la fuente de recursos del cliente?
–¿Monitorear la actividad y transacciones?


Evaluar políticas y procedimientos


Las instituciones deben revisar las políticas y procedimientos existentes regularmente para evaluar si están trabajando de manera efectiva o si necesitan mejorarlos, según recomienda el Grupo Steering.


La institución debe revisar:


–Procedimientos para identificar cambios en las características del cliente;
–Formas en que los productos o servicios pueden ser utilizados para lavar dinero o financiar al terrorismo;
–Capacitar y concienciar al personal;
–Procedimientos de monitoreo y cumplimiento;
–Reportes y responsabilidades; y
–Relaciones con las agencias reguladoras y de cumplimiento legal.


Responder a estas preguntas, dice la guía, ayudará a la institución a adecuar sus políticas y procedimientos.  Dar un paso más y documentar esas respuestas mostrará a los reguladores y a las agencias de cumplimiento legal cómo evalúa la institución sus riesgos de lavado, cómo implementa sus sistemas y procedimientos, cómo monitorea la efectividad de esos sistemas, y cómo determina el reporte cotidiano de las transacciones a la gerencia superior.


Evaluación de riesgo debería ser anual


La evaluación de los riesgos de lavado de dinero y financiación del terrorismo no es un ejercicio a ser realizado una sola vez, dice el Grupo Steering.  Los negocios evolucionan y las actividades del cliente cambian – y también cambia la vulnerabilidad de ciertos productos y servicios que pueden ser utilizados por los lavadores y quienes financian el terrorismo.


Por esta razón, las instituciones deben mantener actualizadas sus evaluaciones de riesgo, y aunque una revisión formal con carácter anual pueda parecer “demasiado frecuente” en muchos casos, el Grupo Steering recomienda actualizaciones anuales como una buena medida básica de prevención.