Por Verónica Moyano
En los últimos tiempos, la organización terrorista que mayor fuerza ha tomado y que representa una amenaza mundial, no sólo por el carácter y la dimensión de sus ataques, sino también por la capacidad económica que parece sustentarla, es el Estado Islámico (EI), la rama de Al Qaeda, antes conocida como Isis (Estado Islámico de Irak y Siria).
Hace unos días, el portal VICE News publicó una entrevista concedida por uno de los principales integrantes de la organización terrorista, Farah Shirdon, quien lanzó amenazas contra todo el mundo occidental, principalmente Estados Unidos: “EI está llegando, y va a destruirlos, con permiso de Alá”, “Pararemos solo cuando la bandera negra esté izada en la Casa Blanca, cuando pinten la Casa Blanca de negro, gracias a Alá. Nos pararemos solo cuando cortemos las cabezas de los líderes de los infieles gracias a Alá, y cuando convirtamos a sus hijos en nuestros esclavos, entonces quizás nos paremos”.
Millonaria fuente de financiamiento
El Estado Islámico, en la actualidad es considerada la red terrorista más rica del mundo; se estima que la fuente de ingresos de esta organización oscila entre US$ 1 millón y US$ 5 millones diarios y provendría principalmente de una red de contrabando de petróleo.
Según datos dados a conocer por la agencia de gestión de riesgos Maplecroft, el EI estaría controlando en la actualidad seis de cada diez yacimientos de petróleo de Siria.
El origen del contrabando de crudo en la región, se remonta al florecimiento de una gran red de refinerías ilegales, comerciantes y contrabandistas que surgieron luego de la imposición de sanciones por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en materia de energía contra Irak en la década de 1990.
Fue a partir de esa coyuntura que surgieron centenares de empresarios que compraban y vendían pequeños lotes de petróleo a Irak a precio reducido que luego transportaban a través de la frontera con Turquía para venderlo a precios rebajados.
Según expertos en materia de energía, se estima que el EI podría estar lavando 80.000 barriles de petróleo por día, en valores que ascienden a varios millones de dólares.
Se estima que el crudo que se vende en el mercado negro se refina en plantas del Kurdistán iraquí, cuyo gobierno advierte que no cuenta con los recursos necesarios para vigilar el comercio desde que Bagdad comenzó a retener los ingresos del presupuesto de la región.
Mientras tanto, las autoridades sospechan que pudieran estar siendo tentados con sobornos los guardias fronterizos en Irán, Irak, Siria y Turquía para permitir que los envíos pasen. Muestra de ello lo da el incremento de la incautación de combustible de contrabando en Turquía que pasó de 35.260 toneladas en 2011 a más de 50.000 toneladas en los primeros seis meses de 2014.
Otras fuentes de financiación
Se estima que de los 10 mil soldados que conforman esta organización terrorista, la mayoría provendría de Arabia Saudita y un gran número de Europa, cada cual con redes en sus países de origen y con propios mecanismos de apoyo financiero.
A inicios de junio de 2014, cuando hizo entrada en la ciudad de Mosul, el grupo ingresó al banco central y retiró más de 420 millones de dólares.
Según los especialistas, lo complicado de la trama de su financiación es que este grupo ha logrado instalar una economía de guerra bastante estable, cobrando impuestos en los lugares conquistados, estableciendo redes de apoyo y generando mecanismos de intercambio comercial incluso con sus enemigos más evidentes.
Varios grupos armados implantan con la organización una serie de impuestos en las zonas conquistadas, basándose en las reservas monetarias en bancos, tráfico de armas y vehículos, secuestros y controles en carreteras.
Además, la organización contaría con aportes de ciudadanos de distintas partes del mundo que, gracias a la proliferación del mundo digital, y a lo dificultoso que resulta para las distintas autoridades de control en todo el mundo detectar y penalizar dichas acciones, consiguen financiar sus actividades.




