Por Fernando Martínez.

El desmantelamiento de una red dedicada al tráfico de jóvenes  desde Colombia para ejercer la prostitución en Panamá, es un insumo que permitirá analizar y clarificar aun más de qué forma el crimen organizado opera en esta tipo actividad criminal para lavar dinero. El tráfico de personas es considerada la actividad criminal de más rápido crecimiento en el mundo por su bajo riesgo y sus grandes ganancias.

Según el informe anual de tipologías del Grupo de Acción Financiera, publicado en junio de 2006, poco se sabía de cómo se lavaban este tipo de ganancias, lo que sí estaba claro es que se necesita de servicios financieros para movilizar el dinero sucio. La Organización de las Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo creen que los beneficios globales de los grupos que obligan a las personas a trabajar o a la prostitución superan los US$31.000 millones anualmente.

En este caso, el dinero se enviaba desde Panamá a Colombia mediante giros fraccionados  en pesos o en dólares. Eran cobrados por los colaboradores de la red en Pereira, Manizales, Armenia, Chinchiná y Bogotá, entre otras ciudades. (centro-oeste de Colombia)

Las jóvenes procedentes de Colombia eran recibidas por tres ciudadanos españoles que según los reportes de inteligencia, serían propietarios de bares, discotecas y hoteles de la ciudad de Colón (Panamá).

En promedio se manejaban 50 jóvenes, lo cual generaba cerca de US$ 500 mil dólares mensuales, según cálculos del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS)  ofrecidos a la prensa internacional.

Algunas preguntas

-¿Cómo  convencían a las víctimas?

De acuerdo con relatos publicados por el diario El Tiempo de Bogotá, la red convencía con promesas falsas a jóvenes para irse a trabajar al puerto turístico panameño. La banda publicaba anuncios con atractivas ofertas para vivir y trabajar en el país centroamericano, con excelentes beneficios económicos.

La metodología más usual en este tipo de delitos es ofrecer paquetes con boletos aéreos, la expedición del pasaporte, visa  y hasta la maleta para empacar la ropa. Se ofrecen jugosos ingresos económicos por trabajos de bailarinas, promotoras turísticas, modelos, niñeras y otros oficios.

-¿Cuál era el perfil de las jóvenes?

Las reclutadas, por lo general, tenían edades comprendidas entre 28 y 35 años, con bajo nivel educativo, por eso era más fácil seducirlas para que buscaran un “mejor futuro”. La mayoría provenían de Pereira (Risaralda), Armenia (Quindio) y Chinchiná (Caldas), el eje cafetalero colombiano. Se calcula que traficaban con cerca de 70 mujeres al año, principalmente de Pereira.

Organizaciones sin fines de lucro como Fundación Esperanza,  que trabajan con políticas de prevención en este país suramericano, detallan que entre la población más vulnerable son jóvenes con bajo nivel de escolaridad, madres solteras y mujeres que han sufrido la violencia intrafamiliar.

-¿Cómo era el procedimiento del traslado desde Colombia hasta Panamá?

En promedio cinco jóvenes al mes eran convencidas por Jhon Ríos, el enlace de la red en la capital colombiana,  hoy detenido.

Con pasaportes falsos y la asignación de US$ 500 como “adelanto” eran llevadas del aeropuerto El Dorado de Bogotá hasta Panamá. Allí eran recibidas por los españoles, quienes luego de decomisarles la documentación y el dinero le explicaban realmente a lo que se dedicarían.

Eran obligadas a atender un promedio de 10 clientes al día y a pagar US$ 10 mil dólares mensuales como comisión por ejercer el oficio.

-¿Cómo fue el proceso de desmantelamiento de la red?

El director del DAS, Luis Muñoz, informó que luego de 2 años de labores de inteligencia de detectives de la institución y varios allanamientos e incautaciones, se desarrolló la Operación Panamá-Matecaña,  que concluyó con la captura de ocho miembros de esta red criminal.

La banda estaría a cargo de alias ‘Don Jaime’, alias ‘Aldemar’, alias ‘Rubén’ y un panameño.

Antecedentes y señales de alerta

Según las cifras manejadas por el DAS y la Interpol, en 1999 habían 35 mil mujeres colombianas diseminadas por el mundo dedicadas a la prostitución.  De acuerdo con un reporte del DAS se calculaba que hace 10 años los traficantes de mujeres alcanzan ganancias anuales superiores a US$ 480 millones. Lavadodinero.com no tuvo acceso a proyecciones ni cifras actualizadas.

Una señal de que una cuenta puede estar vinculada a la trata de personas es el pago de una cuota mensual recurrente, que puede ser tan baja como $5, a los sitios en Internet que promocionan servicios de escolta, advirtió William Langford, vicepresidente y director global contra el blanqueo de dinero de JPMorgan Chase.

Por el contrario, una cuenta de negocios que no tiene retiros regulares proporcionales a los salarios de los empleados podría indicar que los trabajadores de la compañía han sido obligados a trabajar sin cobrar, aclaró.

En busca de alguna actividad sospechosa, el banco distingue tres tipos de empresas en situación de riesgo: los intermediarios del tráfico humano, incluyendo agencias de viajes, intermediarios laborales, tales como contratistas de mano de obra para servicios de limpieza, para granjas, un fabricante de textiles, un salón de belleza, una sala de masajes o de otro tipo de negocio.