Por Brian Monroe
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Un jurado la semana pasada encontró a dos líderes de una mezquita culpables de los cargos federales de lavado de dinero en una operación en la que ambos creían que estaban apoyando un ataque terrorista con cohetes contra un objetivo en Nueva York.


Yassin Aref, el imán de la mezquita Masjid as-Salam en Albany, Nueva York, y Mohammed Hossain, dueño de una pizzeria que además ayudó a fundar la mezquita, fueron acusados de dar apoyo a Jaish-e-Mohamme. El grupo con sede en Pakistán fue agregado a la lista de vigilancia de terroristas conocidos de la Oficina de Control de Activos Extranjeros de EE.UU. en octubre de 2001.


Después de deliberar cerca de cuatro días, el jurado condenó a Hossain por todos los 27 cargos, incluyendo tres de conspiración.  Encontraron a Aref culpable de 10 de los 30 cargos en su contra.  En el momento de la sentencia, programada para el 12 de febrero, pueden enfrentar hasta 12 años de prisión.


Los abogados defensores trataron infructuosamente de concluir el caso varias veces, alegando que los acusados habían sido incitados por el gobierno y que no comprendían totalmente su rol en el supuesto complot.


Estrategia paranoia

Terence L. Kindlon, abogado de Aref, dijo que cuando su cliente fue arrestado la conducta del gobierno había sido incomprensible y que estaban avivando las llamas de la paranoia contra los hombres barbados del Medio Oriente desde los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001.


Los investigadores apuntaron a Aref después de encontrar su nombre durante tres raids en tres áreas separadas de Irak.  Ellos utilizaron un informante encubierto para primero atraer a Hossain, quien luego trajo a Aref como testigo de las transacciones y para imprimir los recibos.


Según la certificación del gobierno para una orden de allanamiento, en junio del 2003, después de que las fuerzas militares de EE.UU. destruyeran un campo terrorista en el norte de Irak, las tropas supuestamente encontraron una computadora personal que contenía el nombre manuscrito de Aref en alfabeto arábigo y su domicilio anterior en Albany. Algunas referencias en la computadora lo denominaban “comandante”.


Hacer un trato


La investigación de dos años comenzó en enero del 2004 cuando el informante no identificado dijo a Hossain que era un traficante de armas que apoyaba a Jaish y necesitaba ayuda para lavar decenas de miles de dólares que había adquirido por la venta de un misil Tierra-Aire (por sus siglas en inglés, SAM) para ser utilizado en el hombro.

El arma, el informante le dijo a Aref y Hossain, sería usada para matar a un diplomático paquistaní durante su visita al consulado paquistaní.  El asesinato sería en venganza por el apoyo de Paquistán a las operaciones militares de EE.UU., dijo.


Según la acusación de 27 cargos del 2004, Aref y Hossain acordaron lavar los US$50.000 a cambio de un pago de US$5.000 y Hossain repagaría los restantes US$45.000 con cheques mensuales de US$2.000 a un negocio frandulento para el cual trabajaba el informante.

Todas las transacciones fueron realizadas a través del Key Bank.  La compañía KeyCorp., con sede en Cleveland, propietaria de Key Bank, es una de las compañías de servicios financieros bancarios del país, con activos por cerca de US$95.000 millones.  Tiene cinco sucursales en las áreas de Albany y Nueva York.

En una acción no relacionada en el 2005, la Oficina de Contralor de la Moneda ordenó al banco que mejorara sus procedimientos de cumplimiento con la Ley de Secreto Bancario, incluyendo los sistemas para detectar y reportar actividades sospechosas.

Opiniones radicales

El aspecto de lavado de dinero del caso fue “básico” y ambos lo estructuraron como un “préstamo falso”, dijo el Asistente del Fiscal Federal William Pericek, quien presentó el caso durante el juicio.

Él dijo que si alguien hubiera hecho preguntas, ellos hubiesen dicho que los cheques venían de alquileres de inmuebles y que estaba cobrando productos enviados y servicios provistos por el informante.

Pericek dijo que el jurado pudo ser una mosca en la pared para la mayoría de las conversaciones porque las mismas se realizaron en una habitación con cámaras ocultas y el informante, además tenía un micrófono oculto.

En estas conversaciones, él dijo que Aref expresó algunas opinions “radicales”, diciendo cosas como que los secuestradores del 11/9 eran “buena gente” y que si Osama bin Laden era responsable por las muertes de aquellos que murieron en los ataques, entonces él estaba justificado por la creencia “matar y ser matado”.