(Nota del editor: este es el primero de dos artículos que describen operaciones encubiertas por parte de El Dorado Task Force de Nueva York.)
Por Rachael Lee Coleman
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El-Shah Elratuli no recibió cargos criminales cuando la policía del estado de Georgia en EE.UU. detuvo su camioneta repleta de efectivo en la frontera entre los estados de Georgia y Florida en 1999. La policía confiscó US$430.000 que estimaba era dinero de la droga escondido en compartimentos, entregaron el dinero a la Agencia Antidrogas (DEA) y lo dejaron ir.
Aproximadamente dos años después, prácticamente al mismo tiempo de los atentados del 11 de septiembre, los investigadores de Nueva York buscaron en miles de informes de actividad sospechosa para ver si encontraban a cualquier persona vinculada con la financiación del terrorismo. Se encontraron con informes presentados por tres instituciones financieras en 2001 sobre alguien llamado El-Shah Mohammed, uno de los seis alias de Elratuli.
Los informes –presentados por Citibank, JP Morgan Chase y Fleet Bank—los llevó a la aparentemente inocua detención en la ruta en 1999 y a una operación multimillonaria de dos estados y que este año llevó a Elratuli a prisión por 11 años.
“Sabíamos que teníamos algo”, dijo Scott Burns, agente especial del Servicio Secreto de EE.UU. que trabajó como agente para la Agencia de Aduanas, una de las agencias que participó de la investigación.
El caso, que fue desglosado para más de 300 banqueros en el simposio del Área de Crímenes Financieros de Alta Intensidad de Nueva York, o HIFCA, presenta un particular panorama sobre las pruebas que los investigadores obtienen de los informes de actividad sospechosa. El equipo de HIFCA, creado en el año 2000, es uno de siete existentes en Estados Unidos que desenmaraña crímenes financieros basándose en informes de instituciones financieras.
“Mostraron que están buscando en serio en los informes de actividad sospechosa y que siguen con las investigaciones”, dijo un oficial de cumplimiento durante el seminario. “Siempre creía que no los miraban”.
En este caso, lo hicieron. De hecho, los tres bancos informaron que Elratuli—que también utilizaba el seudónimo Ramón Mesa y Angel Padilla—estructuró depósitos en efectivo por más de US$400.000 en montos promedios de US$8.500.
Registros de cuentas mostraron que Elratuli señaló tantas ocupaciones como nombres, incluyendo acróbata, entrenador de boxeo y dueño de un restaurante que los investigadores descubrieron que no existe.
Los agentes lo siguieron y “pasaron bastante tiempo fuera de su vivienda en Nueva York”, dijo Burns, pero esas vigilancias no mostraron actividad criminal. Así que construyeron un caso en “papel” sobre sus actividades financieras en lugar de mostrar el nexo entre la estructuración y el narcotráfico.
Los investigadores encontraron millones de dólares en Nueva York y Miami que no podía explicar. Poseía una casa de US$500.000 en Miami y un hogar de US$200.000 en el Bronx. Poseía un barco y ocho autos de lujo.
Cuando un equipo lo arrestó en su hogar en Miami en 2003, encontraron US$20.000 en efectivo y drogas. Confiscaron más de cuatro kilos de cocaína, joyas, relojes, etc.
Como resultado de la investigación, Elratuli fue condenado por una serie crímenes tales como narcotráfico, estructuración, fraude postal y robo. Este año fue sentenciado a 11 años de prisión y fue ordenado entregar US$1,5 millones al gobierno de EE.UU.
“Estos informes de actividad sospechosa van algún lado, nosotros los miramos”, dijo Burns. “Sin ellos no podríamos haber vinculado las drogas con el caso o haber tenido una causa probable para la orden de registro”.
La confiscación de activos, como lo muestra el caso Eratuli, es vital para interferir en las organizaciones criminales, dijo Elaine Banar, procuradora asistente para el distrito este de Nueva York.
“A los narcotraficantes no les preocupa que te lleves su contrabando”, dice Banar. “A ellos les preocupa que te lleves las cuentas bancarias, botes, casas y automóviles de lujo. Cuando las autoridades se llevan los activos, es más difícil para ellos armarse nuevamente”.
Eso no puede ser hecho sin la ayuda de las instituciones financieras.
“Contamos con la comunidad internacional y las autoridades para procesar estos casos”, dijo Banar. “La información en los informes de actividad sospechosa es muy importante para nosotros. Algunas veces es la única forma en la que podemos armar un caso”.




