Los reguladores y expertos que se dieron cita en la 11va Conferencia Internacional sobre Lavado de Dinero organizada por lavadodinero.com, los llamaron los ‘siete pecados capitales’ que cometieron los recientemente castigados ABN Amro, AmSouth Bank, Arab Bank y Oppenheimer & Co. – y dieron sus consejos para evitarlos.
Estos casos tienen una característica en común: todas estas organizaciones no presentaron informes de operaciones sospechosas sobre transacciones relacionadas con clientes de alto riesgo, dijo David Caruso, director de la consultora Dominion Advisory Group.
Pecado número 1: No estar preparado para los examinadores
“La supervisión general y el cumplimiento de la industria se lleva a cabo a través del proceso de examinación”, dijo el abogado Bob Serino. “Los bancos deben solucionar las inquietudes y problemas en las primeras etapas, antes que los reguladores arriben a la institución”.
En la preparación para los exámenes de los reguladores, Serino, que se especializa en temas regulatorios y de cumplimiento en la firma Buckey, Kolar de Washington D.C., recomienda llevar a cabo un pre-examen interno que evalúe los riesgos y programas antilavado de la institución financiera.
“Los examinadores buscan esto y basan sus exámenes en la evaluación del riesgo de la institución”, dijo Serino. “Si la institución no lleva a cabo su evaluación del riesgo, los examinadores lo harán por ella”.
Serino sugiere que los ejecutivos y empleados de la institución acompañen a los examinadores durante todo el proceso para responder a sus preguntas y compartir información sobre el programa antilavado de la institución. Si los examinadores no son personas fáciles para comunicarse con los ejecutivos del banco deben hablar con los superiores de los examinadores, pero deben asegurarse de “traerlos con ellos; nunca pasarlos por encima”, dijo.
Ann Jaedicke, subdirectora de cumplimiento para la Oficina del Contralor de la Moneda de EE.UU. (OCC por sus siglas en inglés), una agencia federal reguladora de la industria bancaria que supervisa a 1.900 bancos comerciales en EE.UU., explicó en términos muy prácticos que las instituciones financieras deben “contar con un inventario muy preciso de los clientes, productos, servicios y geografías del banco y evaluar sus riesgos”.
Por lo menos dos instituciones financieras –ABN Amro y Oppenheimer & Co.–hubieran podido evitar las sanciones mediante una estructura de protección de productos riesgosos.
Aprender de los errores de otros
ABN Amro pagó sanciones civiles por US$80 millones en 2005 –la mayor sanción jamás impuesta por violaciones de la Ley de Secreto Bancario–a cinco agencias regulatorias de EE.UU. por proveer acceso ilegal al sistema financiero de EE.UU. a bancos de Libia e Irán, entre otras cosas.
El banco holandés promovió cartas de crédito y pago de cheques en dólares para Arab Bank, un banco de Emiratos Árabes Unidos que el Tesoro de EE.UU. descubrió era una pantalla del gobierno libio, y procesó giros para Bank Melli Iran, un frente del gobierno irani. También permitió cuentas corresponsales para dudosas compañías en Rusia y engañó a los examinadores sobre sus esfuerzos para cumplir con las leyes y regulaciones de EE.UU.
Oppenheimer & Co. fue la primera firma de valores de Wall Street en ser sancionada por violar la Ley de Secreto Bancario. La unidad de inteligencia financiera de EE.UU. (FinCEN) y la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE) impusieron sanciones civiles por US$2,8 millones por no contar con adecuados sistemas antilavado y para la presentación de informes de actividad sospechosa. NYSE es el examinador de Oppenheimer y responde a la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (SEC).
Los problemas de Oppenheimer fueron detectados por primera vez durante un examen del NYSE y la SEC en 2001. A pesar de que los corredores de bolsa no estuvieron obligados a contar con programas antilavado sino hasta abril de 2002, NYSE señaló a la firma que sus procedimientos de cumplimiento eran inadecuados para administrar los riesgos antilavado. NYSE encontró esos mismos problemas nuevamente en los exámenes de 2003 y 2004. Entre otros, el programa antilavado de Oppenheimer no cumplía con los estándares mínimos que obliga la regulación 445 de NYSE y las regulaciones de la Ley de Secreto Bancario.
Pecado número 2: Programas antilavado que no cubren los riesgos
La mayoría de las medidas y acciones antilavado de los reguladores de EE.UU. contra las instituciones financieras tienen que ver con el mismo tema: no implementar las cuatro partes del programa antilavado, particularmente los controles internos para la banca corresponsal extranjera, para los PEPs (personas expuestas políticamente), y la falta de una prueba independiente, dijo Jaedicke.
Para evitar estas medidas, dijo que es vital evaluar los riesgos de la institución mediante una verificación profunda de las personas y compañías con las que negocia el banco y determinar si figuran en las listas del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) o del Departamento del Tesoro.
La sucursal en Nueva York del banco jordano Arab Bank cometió este pecado. En 2005, el banco recibió un multa de US$24 millones por no contar con adecuados controles antilavado y contra la financiación del terrorismo en sus operaciones de giros y de compensación. El banco, una institución intermediaria que compensaba fondos transferidos por miembros del grupo Arab Bank Group y de cuentas corresponsales fuera del grupo, sólo monitoreó las transacciones de sus clientes directos. La sucursal en EE.UU. no contaba con los mecanismos para identificar, investigar o reportar transferencias de fondos sospechosas por parte de personas o entidades que no tenían cuentas en el banco, que se traducía en presentaciones tardías de informes de actividad sospechosa, o directamente la falta de presentación.
FinCEN, que impuso la multa conjuntamente con OCC, criticó a la sucursal por no utilizar las listas de OFAC para monitorear transacciones. También dijo que la base de clientes y ubicación geográfica de Arab Bank Group y sus bancos corresponsales, al igual que el alto volumen de transferencias de fondos de la sucursal, representaban un mayor riesgo para el lavado de dinero y la financiación del terrorismo.
Pecado número 3: Ignorar señales de inminentes problemas
Algunas cosas son obviamente sospechosas, y las instituciones financieras tienen la obligación de reportarlas. Si no lo hacen, tienen que por lo menos entregar los documentos y registros cuando reciben una notificación judicial, señaló Cynthia Eldridge, fiscal de la Oficina del Procurador General en el estado de Mississippi, quien procesó al banco AmSouth Bank.
Cuando las instituciones financieras esconden documentación y registros, “te preguntas en qué otras cosas andarán”, señaló.
AmSouth Bank pagó una multa de US$10 millones a FinCEN en 2004 por deficientes controles antilavado, y entregó otros US$40 millones al Departamento de Justicia como parte del acuerdo (de procesamiento diferido) – El primer procesamiento de un banco por problemas en sus sistemas antilavado desde que Bell Savings Bank en Pensilvania fue declarado culpable de lavado y estructuración de transacciones en efectivo en 1989.
El banco, con sede en Alabama no tenia un sistema de monitoreo efectivo ni reportó obvias transacciones sospechosas.
El caso de AmSouth–y el precio que tuvo que pagar–sobresalió debido al grotesco modo en que fue utilizado por los criminales, a la falta de entrenamiento y capacitación de sus empleados y a la falta de cooperación del banco con las investigaciones de las autoridades–de personas que manejaban una multimillonaria operación fraudulenta.
Los ejecutivos y demás empleados del banco permitieron a los delincuentes abrir cuentas para inversionistas del esquema, transferir fondos de esas cuentas sin notificar a los cuentahabientes. El banco presentó un solo informe de operación sospechosa–dos años mas tarde.
“Esto no hizo a AmSouth el foco de la investigación”, dijo Eldridge. “Eso sucedió cuando recibieron ocho notificaciones de comparendo de un jurado federal y continuaron reteniendo la documentación”.
Pecado número 4: Falta de notificación y monitoreo de obvios clientes de alto riesgo
“Si no puedes identificar clientes de alto riesgo, no puedes contar con un efectivo programa de reportaje”, dijo David Caruso.
La mejor manera de identificar clientes o situaciones de alto riesgo es a través de “un trabajo de investigación profundo de documentos que son de dominio público”, dijo. Incluso pequeñas investigaciones internas de actividad sospechosa pueden traer a luz problemas más grandes.
Pecado número 5: Ceguera intencional de cara a actividad sospechosa
Eldridge describe la ceguera intencional de esta manera: “Cuando hay algo que esta sucediendo bajo tus narices y dices, ‘no sabía nada'”.
Eso es exactamente lo que AmSouth hizo cuando cobró a los delincuentes una comisión anual de US$2.000 por cada cuenta ficticia de los inversionistas.
La solución es entrenar mejor a todos los empleados para que reconozcan actividad sospechosa.
Pecado número 6: Permitir que giros sospechosos pasen a través de cuentas corresponsales de instituciones extranjeras
Para evitar lo que le sucedió a Arab Bank, Jaedicke recomienda algunos simples pasos.
Monitorear constantemente los giros. Si crecen y el monitoreo manual se vuelve imposible, hay que invertir en un sistema automatizado, dijo. Hay que asegurarse de que los auditores independientes verifiquen que los giros son monitoreados adecuadamente–antes de que los reguladores examinen la institución.
Y, más importante, entrenamiento, entrenamiento, entrenamiento.
“Necesitas contarle tu historia a los reguladores”, dijo. “Explique sus programas y por que usted cree que son muy buenos. Pueden no preguntar”.
Pecado número 7: Ahorrar en los controles antilavado y pagar mucho más después
A pesar de que no es fácil convencer a la alta gerencia para invertir en costosos programas de cumplimiento, esto es vital. Sin estos programas, las instituciones financieras pueden perder mucho dinero pagando multas, e incluso, los reguladores pueden cerrar sus líneas de negocios, dijo Jaedicke.
Pero las instituciones pueden ahorrar dinero contratando expertos o estableciendo controles internos.
“Si miramos estos ejemplos, son resultado de negligencia y falta de comprensión de los riesgos”, dijo Caruso. “No sea avaro o va a pagar mucho más después”.




