Bajo una helada temperatura de -5° C y ya caída la noche, llegan los camiones cargados de caballos que serán negociados en el pequeño pueblo polaco de Skaryszew. La oscuridad y el frío no impiden que los vendedores obtengan atractivas cantidades por sus ejemplares, muchos de los cuales no terminarán en granjas o hipódromos, sino en tiendas de comida en Italia y el Reino Unido. Lo más preocupante es que los grupos criminales parecen haber penetrado esta actividad para legitimar sus ganancias ilícitas.

Este atípico mercado de carne es conocido por ser el primer eslabón de una cadena de producción que dura varios meses y que termina con la carne de caballo mezclada con la carne de res en las tiendas de alimentos de algunos países europeos, donde las personas no son advertidos sobre el tipo de carne que están consumiendo.

En Polonia, la carne de caballo es legalmente comercializada, pero no todo animal puede ser vendido para el consumo humano. La Asociación de Criadores de Caballos de Polonia cuenta con 18 oficinas regionales, en las cuales se otorgan los “pasaportes” que certifican que un caballo puede ser vendido para consumir su carne.

En Polonia y el Reino Unido no es muy popular el consumo de carne de caballo, pero en ciertas zonas de Italia, como Bari, es muy apetecible. No obstante, Francia, Polonia e Italia han denunciado que esta carne está siendo comercializada como si fuera de res o ambas están siendo mezcladas.

La mano del crimen

La relación entre caballos y el crimen organizado no es nueva. A finales del año pasado, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos acusó a individuos de legitimar dinero del cartel mexicano de Los Zetas a través de la compra, la formación y la cría de caballos de carreras en Texas y Oklahoma.

Si bien las autoridades polacas exigen que los caballos tengan el pasaporte, en el pueblo de Skaryszew los controles son poco estrictos, por lo cual las autoridades sospechan que existe un comercio ilegal de documentos falsificados elaborados por veterinarios cómplices para vender caballos que no han sido certificados para la venta. En el pueblo no hay inspectores gubernamentales, por lo que la revisión es efectuada por el personal de seguridad de mercado.

A juicio de la organización World Horse Welfare, este mercado está siendo utilizado por el crimen organizado debido a ciertas características que presenta y a que es un sector económico poco regulado, ignorado e incluso desconocido para muchos.

Representantes de la organización sin fines de lucro afirman que los criminales pueden exagerar la cantidad de caballos vendidos, así como el precio final de la venta para justificar y darle legalidad al dinero producto de hechos ilícitos.

Además, en este mercado de caballos no existe regulación financiera sobre las transacciones. Todas las negociaciones se realizan en efectivo y suelen ser por varios miles de dólares por caballo. Un solo granjero puede llevar 20 ejemplares y recibir más de 40.000 euros en una sola negociación.

En estos mercados el precio de la carne de caballo es aproximadamente 3,4 euros por kilogramo, según reportó la semana pasada la agencia de noticias Reuters. Sin embargo, en el mercado de mayor demanda que es Italia el precio final de los ejemplares es 2,4 euros por kilo. Esta injustificable diferencia de precios también genera sospechas de que sean bandas criminales quienes estén detrás de un mercado poco controlado por las estructuras antilavado.

Otra de las vulnerabilidades de este mercado de caballos es que no hay control sobre el beneficiario final de las transacciones. Los granjeros obtienen los pasaportes de los caballos, pero las transacciones pueden ser realizadas por cualquier persona que traslade a los caballos y muestre los documentos. Es decir, que grupos criminales pudieran ser los beneficiarios finales de esta actividad.

Adicionalmente, los caballos son transportados en camiones por largas rutas que atraviesan varios países y que pueden ser utilizados para trasladar armas, drogas y productos de contrabando.

Un “dudoso” eslabón de la cadena

Gran cantidad de los camiones que trasladan caballos desde Polonia a Italia y a otras naciones hacen escala en la zona fronteriza entre Hungría y Eslovenia, en una parada acondicionada para alimentar a los caballos y atender a los choferes. Cada camión debe pagar 190 euros por 24 horas, más 50 euros por animal. Este dinero es pagado en efectivo.

Según han reportado medios europeos, el propietario de este establecimiento es un ciudadano húngaro residenciado en Liechtenstein, cuya empresa fue cerrada por las autoridades de Hungría en octubre de 2012 por irregularidades financieras.