Los mayores controles implementados en las fronteras terrestres y aéreas han motivado que el crimen organizado busque alternativas más originales, y por ende más complejas para combatir, que le permitan transportar drogas, dinero en efectivo, personas y posiblemente armas.
Desde el año 1993 las autoridades norteamericanas comenzaron a detectar pequeños submarinos utilizados por los carteles de drogas para trasladar estupefacientes sin ser descubiertos, pero en los últimos años esta metodología de transporte bajo el agua se ha se ha convertido en una de las favoritas de los carteles de drogas.
Las naves más comunes son las llamadas semi-sumergibles, las cuales pueden ser de hasta 25 metros de largo, soportan varias toneladas de carga y pueden ser construidas fácilmente en pequeños talleres navales. Estos vehículos navegan a una velocidad de hasta 6 nudos por hora, con la mayoría de su estructura sumergida, quedando en la superficie una pequeña cabina que sobresale sólo 50 centímetros o menos. Además, tienen capacidad para navegar hasta 2.000 millas.
Según señala en su sitio web el Comando Sur de Estados Unidos –el comando del Departamento de Defensa encargado de coordinar actividades de vigilancia y supervisión con las naciones de Sur América, Centro América y El Caribe-, las naves “semi-sumergibles” se han convertido en el método de transporte favorito para los traficantes internacionales de drogas, principalmente porque estas embarcaciones son difíciles de ver desde la superficie, haciendo más complicada la detección por radar o a simple vista.
El Comando Sur (SouthCOM, por sus siglas en inglés) también precisa que el 32% de la droga transportada en la región es movilizada mediante estas embarcaciones semi-sumergibles. Las autoridades navales estiman que actualmente pueden estar operando unos 60 narco-submarinos para los carteles de drogas.
Además, la Guardia Costera los considera una seria amenaza para la seguridad de la región, debido a la posibilidad de que estas naves puedan ser utilizadas para transportar armas de destrucción masiva.
El Capitán Nemo colombiano
Luego de un largo operativo conjunto desarrollado con los organismos de seguridad de Estados Unidos y del Reino Unido, las autoridades colombianas capturaron a Enrique Portocarrero, conocido como “Capitán Nemo”, quien para muchos era un simple pescador de camarones, pero para otros era una de las piezas claves en el proceso de tráfico de drogas desde Sur América hacia Centro América y México.
Según reseña un reportaje publicado por el periódico Los Angeles Times, Portocarrero fue el responsable de la construcción de al menos 20 narco-submarinos de fibra de vidrio utilizados por los carteles colombianos.
El Capitán de la Marina de Colombia, Luis germán Borrero, aseguró que Portocarrero es un genio naval, ya que aplicó “varias innovaciones en sus embarcaciones, como un arco que produce poca estela en el mar; una torre con forma de cono que se levanta sólo 30 centímetros sobre el nivel del agua; y una válvula que permite hundir el submarino en menos de 10 minutos.
Los narco-submarinos desarrollados por este colombiano navegan debajo de la superficie, aunque no se sumergen ni funcionan igual que un submarino convencional. La pequeña estela que producen los hace casi indetectable a los radares y las tuberías de extracción ubicadas bajo la superficie dificultan la detección aérea por calor.
Estas naves eran construidas en un período de 6 semanas y podían transportar hasta 10 toneladas de droga; contaban además con un poderoso motor diesel de 350 caballos de fuerza, equipos avanzados de GPS y comunicación satelital.
Según informaron las autoridades, el costo de cada narco-submarino era de un millón de dólares americanos, dinero que Portocarrero invertía en adquirir botes de pesca. Al momento de la detención, le fueron decomisados US$200.000 en efectivo.
Estados Unidos contrataca
El pasado mes de octubre de 2008, el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley llamada Acta de Prohibición de Naves de Tráfico de Drogas, la cual autoriza a los organismos de seguridad a detener cualquier semi-sumergible, y poner bajo custodia a sus tripulantes sin necesidad de que se les decomise algún cargamento de drogas en la embarcación.
Con esta ley las autoridades tienen autorización para actuar contra cualquier nave semi-sumergible utilizada para esquivar los radares y poder navegar en aguar norteamericanas sin ser detectados.
Por si fuera poco, la ley concede jurisdicción extraterritorial sobre quienes violen esta normativa, lo que significa que los organismos de seguridad de Estados Unidos podrán realizar detenciones en aguas internacionales.
Esta ley ya empezó a utilizarse y en lo que va de año las autoridades han detenido a dos embarcaciones semi-sumergibles y han levantado cargos contra sus tripulantes por la sospecha de que son narco-submarinos utilizados por los carteles de drogas.
Operación Panama Express
El 7 de enero de 2009 fue interceptado por las autoridades navales de Estados Unidos un semi-sumergible con 4 sujetos de origen colombiano –Víctor Rodríguez, Carlos Mina, Jhon Jairo Valencia y Miguel Otero-. La acusación introducida ante la Corte Federal de Tampa (Florida) señala que intencional y conscientemente los procesados “operaron y embarcaron con alguna intención la nave semi-sumergible que no tiene nacionalidad, con el objetivo de evitar la detección dentro, a través y desde afuera de los límites del territorio marino”. (para ver el documento de la corte, pulse aquí).
El abogado Federico Bower, defensor de uno de los detenidos, considera que la nueva ley es inconstitucional, “porque está basada sólo en la presunción. El gobierno está presumiendo que la nave era usada para traficar drogas. Todo lo que sabemos es que mi cliente estaba en el semi-sumergible detenido, pero no se encontró drogas adentro”.
Un día después, el 8 de enero, otro submarino fue detenido con otros 4 tripulantes de origen hispano –Isaías Estupinian, Jhonny Moriano, Efrain Cuero Portocarrero y Ever Ibarguen- , a quienes se les acusó bajo los mismos cargos (para ver el documento de la corte, pulse aquí).
Los 8 tripulantes de las naves enfrentan cargos de hasta 15 años de prisión.




