Por Fernando Martínez y Juan Alejandro Baptista.

Cuando Mr. Piloto ganó en septiembre de 2010 la prestigiosa carrera All American Futurity –considerada el Kentucky Derby  de los “caballos cuarto de milla”- muchos se sorprendieron en el hipódromo estadounidense por la victoria de un ejemplar de la poco conocida empresa de crianza Tremor Enterprise LLC., la cual formaba parte de un entramado que permitió lavar millones de dólares a través del mundo hípico.

El triunfo de Mr. Piloto en el hipódromo de Ruidoso Down fue el primero de una serie de victorias alcanzadas por los caballos de José Treviño Morales, propietario de Tremor Enterprises LLC., empresa que en sólo 3 años ganó 3 de las carreras más importantes, totalizando US$ 2,5 millones en premios.

En un bar cercano al hipódromo, Ramiro Villarreal celebraba el triunfo, ya que él fue uno de los encargados del proceso de adquisición de Mr. Piloto y de otros 300 ejemplares de la exitosa empresa. Lo que nadie se imaginaba en esa época es que el dinero utilizado por los inversionistas era procedente de las actividades de narcotráfico del cartel mexicano Los Zetas.

Una vieja relación

La presencia del crimen organizado en el mundo deportivo no es nada nuevo. Ya lo advertía el Grupo de Acción Financiera (GAFI) en su informe titulado “Lavado de Dinero a Través del Sector del Fútbol” (2009), cuando afirmaba que “el deporte puede ser usado por los criminales para blanquear las ganancias del crimen”. El hipismo no escapa a esta realidad. El mismo reporte señala que el riesgo está presente en los “deportes costosos (como carreras de caballos y el automovilismo, donde hay suficientes oportunidades de blanquear sumas grandes de dinero)”.

Esto lo sabían los narcotraficantes mexicanos, especialmente Miguel Ángel Treviño Morales, uno de los líderes del grupo criminal mexicano Los Zetas y uno de los hombres más buscados del mundo. Miguel Ángel es hermano de José Treviño, quien junto a otras 13 personas fue acusado el pasado 12 de junio por las autoridades estadounidenses por integrar una red de legitimación de dinero mediante las actividades hípicas en la categpría de los caballos conocidos como “cuarto de milla”.

Unos US$ 20 millones, dos ranchos (fincas), 3 cuentas bancarias y 423 caballos de carrera son los bienes que intentan confiscar las autoridades por tener como origen el narcotráfico.

Si bien la industria de los “cuarto de milla” no se compara a la de caballos “pura sangre”, en el suroeste de Estados Unidos ha experimentado un crecimiento notorio. La Asociación Americana de Cuartos de Milla reúne a 350.000 miembros y tiene registrados unos 2,6 millones de caballos. Durante el año 2011 las carreras organizadas por la Asociación repartieron US$ 129 millones.

Como todo nuevo sector, presenta condiciones atractivas para los lavadores de dinero, especialmente porque el proceso de compra / venta de los ejemplares se realiza principalmente en subastas y los pagos muchas veces son en efectivo.

Un “bróker” que participa en este mercado, quien pidió mantener su nombre en reserva, afirma que el problema es que los organizadores de las subastas y los intermediarios no tienen tiempo, ni interés en aplicar procesos de prevención del lavado: “El negocio es vender caballos y obtener el mejor precio por cada ejemplar, sin importar quién es el que compra o de dónde vienen los fundos”.

Esta falta de controles ya quedó evidenciada en abril de este año, cuando las autoridades federales acusaron a Rita Crundwell de fraude por haberse robado US$ 53 millones mientras ejercía el cargo de contralora municipal en una pequeña ciudad del estado de Illinois. Las autoridades confiscaron 401 caballos cuarto de milla, muchos de los cuales habían sido negociados en las subastas con el dinero de procedencia ilícita.

Las transacciones sospechosas

Según indica el reporte judicial presentado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus iniciales en inglés), durante 24 meses Los Zetas movilizaron cerca de un millón de dólares mensuales para la adquisición de caballos de carrera para la empresa Tremor Enterprises LLC. Los investigadores señalaron diez transacciones por un total de US$ 1.500.000 asociadas a dos cuentas en Bank of America . Las autoridades afirman que en total la empresa utilizó US$ 3 millones procedentes del cartel mexicano para comprar caballos en subastas.

La primera operación fue en diciembre de 2008 por un caballo llamado Tempting Dash, que fue comprado por Ramiro Villareal por US$ 21.500. El mismo Mr. Piloto fue comprado con un cheque de US$ 100.000 de una cuenta de Bank of America, donde luego fue depositado el cheque del premio de US$ 899.549,70 por haber ganado el All American Futurity.

Pero el esquema no era tan simple, ya que Treviño creo una red de testaferros y empresas fantasmas (shell companies) que adquirían caballos, bienes y materiales asociados a la industria hípica. Varias de esas empresas fueron registradas en Estados Unidos y según el sumario de la corte, eran parte de la red creada para legitimar dinero de Los Zetas.

Los bancos involucrados

En varias ocasiones el pago de los caballos y los materiales fue realizado mediante transferencias bancarias desde la cuenta de la empresa en Bank of America. Además, el sumario señala que American Express Bank InternationalWells Fargo y el Compass Bank también estuvieron envueltos en las transacciones de la red criminal. Las autoridades no iniciaron procesos contra ninguno de los bancos.

“Uno de los bancos presentó numerosos reportes de actividades sospechosas que sirvieron durante las investigaciones”, afirmó una fuente anónima, quien destacó que en general los departamentos de cumplimiento hicieron bien el trabajo de reporte. Por su parte, un vocero de Bank of America dijo: “Tenemos robustos sistemas contra el lavado de dinero y procedimientos que cumplen con los requisitos regulatorios y legales. Cuando descubrimos operaciones sospechosas llevadas a cabo a través de cuentas de clientes, tomamos medidas inmediatamente e informamos a las autoridades correspondientes”.

El documento de la corte indica que la investigación se inició debido a un informante mexicano que destacó la compra de varios caballos por US$ 1,1 millones en un mismo día.

El abogado David Finn, quien representa a Treviño Morales, niega que la empresa tuviese relación con dinero sucio: “Si uno va a lavar dinero sucio, hay maneras más fáciles de hacerlo que meterse en la industria de los caballos de carreras”.