Las Personas Expuestas Políticamente (PEP) siguen y seguirán siendo un dolor de cabeza tanto para reguladores como para las instituciones financieras.

La nueva regulación de la sección 312 de la Ley USA Patriot, obliga a los bancos, corredores de valores, fondos de inversión y otras entidades financieras de los Estados Unidos, a realizar diligencia debida mejorada sobre cuentas de banca privada pertenecientes a personas extranjeras. Las obligaciones para las instituciones financieras están lejos de simplificarse.


Ann Jaedicke, subdirectora de cumplimiento para la Oficina del Contralor de la Moneda de Estados Unidos (OCC por sus siglas en inglés) y panelista en la 11va Conferencia Internacional de Lavado de Dinero celebrada la semana pasada en Florida, sostuvo que los organismos reguladores “esperan que las instituciones bancarias estén adoptando pasos razonables” para disminuir el riesgo de lavado de dinero de PEPs en el sistema financiero estadounidense y a implementar un programa institucional que permita conocer a los clientes del banco.


Esos pasos incluyen determinar la actividad del cliente, su empleo actual y anterior. Luego, la información puede ser corroborada mediante bases de datos y noticias públicas. Por lo general, un funcionario gubernamental que comete un acto de corrupción es sujeto de investigación y publicidad por parte de la prensa en su país de origen.


Jaedicke también recomendó a los funcionarios bancarios verificar si las cuentas de los potenciales PEPs provienen de cuentas del gobierno y/o de paraísos financieros, lo cual podría ser un indicio para detectar alguna anomalía en el origen de los fondos.


Ser proactivo, no reactivo


“Lo que a mí me preocupa es que recién cuando aparece la noticia [de una persona vinculada a un acto de corrupción y que tiene una cuenta en un banco], el banco inicia la loca carrera por investigarlo, por determinar quién es quién, las empresas vinculadas, etc”, dijo Jaedicke.


Por su parte William Langford, director asociado de políticas y programas regulatorios de FinCEN, detalló que su organismo enfoca la tarea investigadora fundamentalmente en el titular de la cuenta, al fin de cuentas la “médula” de todo caso. Y es allí donde las instituciones financieras deben enfocar sus esfuerzos.


Un escándalo que no se olvida


A fines de 1999, el Citigroup, una de las empresas bancarias más grandes en el mundo de las finanzas, quedó envuelto en las investigaciones por lavado de más de 100 millones de dólares cuyo beneficiario final era Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente de México, Carlos Salinas de Gortari. Las pesquisas posteriores acusaron al hermano del mandatario de lavar dinero del Cartel del Señor de los Cielos, Amado Carrillo.


En aquella época la vicepresidenta de la banca privada del Citigroup en México, Amy Elliot, sostuvo ante las comisiones investigadoras del Congreso estadounidense que ella se había limitado a cumplir con las normas internas de la empresa. La compañía, por el contrario, argumentó que la funcionaria se había sobrepasado y la despidió.


Pamela Johnson, oficial de cumplimiento antilavado de dinero de Citigroup, prefirió no mencionar el caso específicamente pero dijo que “actualmente, Citigroup trabaja con directrices específicas sobre los PEPs”.


A pesar de todos estos esfuerzos, el funcionario bancario puede quedar con la duda de si el cliente bajo observación  se trata, o no, de un PEP. “Pero lo importante es que el banco ya trabajó en identificar a su cliente”, explicó Johnson.


La fuente del dinero, la clave


Stephen Ganis, oficial de cumplimiento antilavado de dinero de Fidelity Investments, una de las gestoras de inversión de fondos más importantes del mundo, recordó que los caso de los PEPs son muy difíciles de investigar cuando no se trata de personas que fueron pobres y de la noche a la mañana se convirtieron en nuevos ricos, sino que vienen de familias ricas.


“Se trata de personajes acomodados, con riquezas, y que finalmente hacen mayor fortuna”, dijo Ganis. “Los PEP merecen todos los exámenes necesarios. Y ese es un gran reto para la industria bancaria”.