Los altos ejecutivos de Riggs alguna vez restaron importancia a su relación con el ex dictador chileno Augusto Pinochet.

Pero cartas y memos que recientemente hizo público el Subcomité de Investigaciones del Senado de EE.UU. demuestran que la “relación entre Pinochet y los gerentes de Riggs era mucho más extensa de lo que se conocía”, dijo el senador Carl Levin en una conferencia de prensa.


Ejecutivos de Riggs, incluyendo el presidente Timothy Coughlin y el ex presidente del directorio Joe Albritton pasaron años cortejando a Pinochet, le escribieron aduladoras cartas, recibieron regalos de su parte, y el banco sacó jugosas ganancias gracias a esa relación.


Para 1997, la “relación con Chile representaba más de US$6 millones en depósitos y US$600.000 de ganancias anuales para el banco”, según el nuevo informe del Senado.


La relación, que incluye cuentas de militares chilenos, se extendió desde 1979 a 2004, un período durante el cual se presentaron importantes cargos por violaciones de derechos humanos y genocidio contra el dictador.


Altos ejecutivos del banco realizaron cuatro viajes a Chile


Según el informe, Coughlin, Albritton y otros se reunieron con Pinochet en el palacio presidencial de Chile en agosto de 1986. El siguiente viaje a Sudamérica que se muestra en el informe fue en 1994. En ese viaje, ejecutivos de Riggs hablaron directamente con Pinochet sobre la apertura de una cuenta personal en el sucursal en Washington del banco, según el informe.


Dos años más tarde, Albritton viajó a Chile nuevamente, esta vez participó de un evento ecuestre “especial” con Pinochet en una escuela de la armada chilena, después de la cual Albritton escribió una de una serie de aduladoras cartas.


“Fue realmente un placer pasar el día con usted…y tener la oportunidad de transmitirle personalmente nuestro aprecio por la larga relación entre las fuerzas armadas de Chile y banco Riggs”, escribió el 14 de febrero de 1996. “Le damos una gran importancia a la relación con usted y los militares chilenos y buscamos incrementar nuestra cooperación en el futuro”.


En octubre de 1997, Albritton, Coughlin y otros nuevamente viajaron a Chile. Se reunieron con Pinochet en el edificio de las Fuerzas Armadas en Santiago, según el informe, y tomaron té con el hijo del ex dictador en un club militar en Santiago.


Esta vez, Albritton escribió una nota de agradecimiento donde expresó su gratitud por su “creciente amistad personal”. En una carta el mes siguiente, la esposa de Albritton, Barbara, miembro de la comisión directiva del banco, escribió a “Mi querido General Pinochet” agradeciéndole por un elegante regalo que él le había dado.


Según el informe, cuando se los cuestionó originalmente sobre la relación del banco con Pinochet, ejecutivos de Riggs “no estuvieron de acuerdo…sobre cuál ejecutivo de Riggs viajó en 1994, quién realizó la solicitud para una cuenta, quién fue en siguientes viajes, y hasta qué grado los ejecutivos más altos del banco cultivaron la relación con Pinochet”.