No es un delito simple de cometer.  Robar las tarjetas de crédito de alguien, comprar artículos electrónicos en línea y revender mercadería robada en línea a cambio del dinero digital E-Gold. Luego utilizar ese dinero digital para comprar tarjetas prepagas, lo que le permite gastar los fondos en forma anómina en cualquier lugar del mundo. 

Por hacer todo eso fue condenada una familia de Nueva Jersey en febrero. Vadim Vassilenko, Yelena Barysheva y su hijo, Alexey Baryshev, están acusados de canalizar más de US$25 millones de fondos ilícitos para clientes de Europa del Este a través de su negocio de servicios monetarios (NSMs) no autorizado ubicado en Manhattan, el Western Express International Inc.  Durante una investigación en su hogar, los investigadores encontraron más de US$100.000 en efectivo y miles de tarjetas prepagas.

La investigación sobre robo de identidad realizada por el Fiscal de Distrito de Manhattan sacó a la luz una operación compleja con tecnología de avanzada utilizada para lavar dinero usando tarjetas prepagas, y utilizando herramientas de lavado de dinero que han dejado perplejos a agencias de cumplimiento legal, la industria de servicios monetarios y a los reguladores de EE.UU.

La rápida proliferación de tarjetas prepagas utilizadas tanto como un vehículo como también como una herramienta nueva en el tráfico internacional de drogas, junto con la falta de claridad regulatoria, han provocado un complejo debate entre la industria y el gobierno.  Aún así, los reguladores son reticentes a poner sobre el producto financiero cada vez más amplio regulaciones complicadas. 

“Esta es una ley difícil, muy difícil”, dijo William D. Langford, director asociado para programas y políticas de la Red de Control de Crímenes Financieros (por sus siglas en inglés, FinCEN) del Departamento del Tesoro de EE.UU.  “La Ley de Secreto Bancario no puede ser un impedimento para el desarrollo de productos financieros importantes y válidos”. 

Las tarjetas prepagas, o de valor acumulado, tienen las mismas características que hacen que el dinero en efectivo atraiga a los criminales. Pueden ser transportadas fácilmente, tienen valor económico, pueden ser intercambiadas y, lo más importante, son anónimas”, dijo David Landsman, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Remesadores de Dinero.

“Son dinero en efectivo con esteroides” dijo Landsman.

Las tarjetas, muchas de las cuales tienen el nombre de Visa o MasterCard, pueden ser adquiridas y “cargadas” con dinero por otra persona y ser utilizadas como tarjetas normales de crédito por otra persona para realizar compras o para hacer extracciones en cajeros automáticos.  Dado que casi nunca se pide identificación para las compras o extracciones, no hay forma de monitorear quién está utilizando realmente la tarjeta.

Temores de desventajas competitivas

Los compradores de tarjetas en EE.UU. cargaron cerca de US$70.000 millones en las tarjetas prepagas en el 2003, de acuerdo con el Informe Nilson, un boletín de la industria de tarjetas. El Grupo Tower estima que el mercado de tarjetas prepagas en EE.UU. alcanzará los US$347.000 millones para el 2007, y Visa International espera que el mercado global alcance los US$2 billones para el fin de la década.

Si bien los vendedores de tarjetas prepagas son considerados negocios de servicios monetarios bajo la Ley de Secreto Bancario (LSB), no están obligados a registrarse con FinCEN o a presentar informes de transacción sospechosa (IASs), como deben hacerlo otros NSMs.  Incluso la definición regulatoria de “valor acumulado” que fue redactada en los ‘90 antes de que el mercado explotara, no incluye a las transacciones de tarjetas de crédito.

En el caso de Nueva York, se presentaron 29 IASs ante FinCEN sobre Vassilenko y otros 51 fueron presentados sobre Western Express por bancos y NSMs, de acuerdo con un informe de cumplimiento legal obtenido por lavadodinero.com.  Ninguno de ellos, sin embargo, fue presentado por negocios que operan como vendedores de tarjetas prepagas solamente.

“Los NSMs ahora son instituciones financieras designadas y tienen que reportar las transacciones en efectivo por más de US$10.000 y presentar IASs”, dijo Don Semesky, jefe de la Oficina de Operaciones Financieras de la Administración de Control de Drogas (por sus siglas en inglés, DEA) de EE.UU.  “El abuso de los NSM se presenta cuando aceptan una bolsa de dinero en efectivo de, digamos, una organización que vende drogas, y lo procesa como si el mismo proviniera de 200 personas distintas.  Eso es estructuración interna.  Posteriormente, en el siguiente paso, depositan ese dinero en efectivo en el banco y el banco debe reportarlo.  El banco puede hacer todo de manera correcta, pero no sabe si el NSM vendió 1.000 instrumentos prepagos a la misma persona”.

Algunos estados ahora habilitan a los vendedores de tarjetas prepagas como a otros NSMs, pero dado que la mayoría no sigue este proceso, “la mayoría de las compañías opera fuera de los regimenes estatales”, dijo Landsman. “Actualmente los vendedores de tarjetas de valor acumulado que están cumpliendo más están teniendo un golpe de la competencia porque los compradores pueden ir a otros vendedores y esquivar las regulaciones”. 

TranSend, un negocio con sede en Ohio que vende y procesa tarjetas prepagas MasterCard y Maestro para bancos emisores, es una de esas compañías proactivas. 
Las tarjetas Axcess America de la compañía Mastercad pueden ser de hasta US$2.500, pero la compañía les permite a los clientes cargar sólo US$500 en la tarjeta cada vez.  Para cubrir los costos de mantenimiento, la compañía cobra US$4 para cargar la tarjeta, alrededor de US$1,50 por cada extracción en cajeros automáticos y US$0,75 por las compras en los puntos de venta. 

En la mayoría de los estados, TranSend no es considerada un NSM porque opera como agente de bancos emisores, que ya están sujetos a regulaciones de la LSB, como la identificación de clientes y el reporte de actividad sospechosa.

Sin embargo, TranSend está obteniendo licencias estatales de manera preventiva (actualmente tiene licencias en ocho estados, está exenta en nueve y tiene solicitudes pendientes en otros) y está cumpliendo las regulaciones de la LSB que rigen a los NSMs, aún cuando no está obligada a ello a nivel federal, dijo David Hubbard, gerente de cumplimiento de TranSend.

La compañía ingresa la información de los clientes en una base de datos y verifica sus identidades en el sistema LexisNexis y las listas de la Oficina de Control de Activos Extranjeros.  Su sistema de monitoreo rastrea la cantidad de tarjetas de crédito compradas por cada cliente y la frecuencia de las compras de tarjetas y cargas de efectivo.  La compañía luego reporta las tarjetas utilizadas o cargadas frecuentemente tanto ante FinCEN como ante el Servicio de Rentas Internas, su regulador principal.

Pero no existe un sistema que esté vigente para acumular las transacciones de clientes de distintos vendedores, dijo Landsman.

“La gente que no obtiene licencias y está realizando actividades menos profesionales está dañando al resto de la industria”, dijo Hubbard. “Existe gente allí afuera que no está cumpliendo las regulaciones”.

Drogas compradas con tarjetas

La DEA comparte esas preocupaciones, pero por razones diferentes.  Las tarjetas prepagas se están convirtiendo en una herramienta vital para los traficantes de drogas – y de manera más notable, por los compradores de drogas – porque las mismas llaman menos la atención que el dinero en efectivo, dijo Semesky.

“Si usted va a un negocio de artículos electrónicos y compra una TV de pantalla grande, estereo, etc., usted genera menos sospechas con una tarjeta de plástico que con una bolsa llena de efectivo”, dijo Semesky.  “Si usted tiene una organización de metanfetamina operando en una área aislada en México, es muchísimo más fácil cargar tarjetas prepagas en EE.UU. y retirar el dinero en México.  Entonces disminuye los riesgos de llevar ese efectivo a través de la frontera o incluso de ser robado por un grupo de bandidos en México.  No existe el honor entre los ladrones”.

Actualmente, la DEA está persiguiendo agresivamente el flujo de dinero en el tráfico de drogas, incluyendo el abuso de las tarjetas prepagas, y está “tratando de adelantarse a la curva”, enseñando estrategias de identificación de los clientes a las compañías que las emiten.

“El dinero que vuelve a las fuentes es el dinero utilizado para financiar el siguiente ciclo de drogas”, dijo Semesky.

Incluso Jeffrey Ross, de la Oficina de Financiación del Terrorismo y Crímenes Financieros del Departamento del Tesoro, advirtió en la 11ra. Conferencia Anual de Money Laundering Alert realizada en marzo que el rastro del dinero del 11/9 se hubiera perdido si los secuestradores hubieran utilizado tarjetas prepagas.

Estableciendo estándares de la industria

Las agencias de cumplimiento legal, los reguladores financieros y los remesadores de dinero están de acuerdo en que es necesario hacer algo para proteger a la industria de tarjetas prepagas.  Simplemente no han encontrado una solución. 

Las asociaciones de remesadores de dinero quieren que los estados unifiquen sus requisitos para otorgar licencia y que el gobierno de EE.UU. establezca estándares nacionales para todo aquél que realice una transmisión de negocio de servicios monetarios, incluyendo los vendedores minoristas que venden tarjetas prepagas de obsequio de “sistema cerrado”.  Los vendedores minoristas de esas tarjetas, como Wal-Mart, Gap o Best Buy, no están regulados por nadie porque no son NSMs.

“Estamos pidiendo una certificación nacional”, en lugar de una licencia, dijo Landsman.

“Licenciar implica criminalidad, y, además, no pueden licenciarlos ahora, porque los negocios como [TranSend] están ubicados en una zona gris.  Si seguimos adelante con la certificación, en una década, los estándares estarán acordados en su mayor parte, los términos estarán mejor definidos, y, para entonces, las mejores compañías estarán todas certificadas. Entonces podrá hacerse que sea obligatorio”.

Pero las regulaciones para las tarjetas prepagas de obsequio no ayudarán a la DEA, porque los traficantes de drogas están más atraídos por las tarjetas prepagas de “sistemas abiertos”. 

“Existen solamente pocas cosas de Wal-Mart o Best Buy que un traficante de drogas pueda querer”, dijo Semesky. “Usted no puede comprar el siguiente cargamento de coca con una de esas tarjetas”.

Compartiendo la carga

Langford reconoce que ni él ni FinCEN, tienen las respuestas.

Sin embargo, dijo que FinCEN planea publicar un anuncio anticipado de propuesta de regulación para reunir comentarios sobre cómo actualizar las regulaciones NSM en relación a las tarjetas prepagas.

“Estamos comenzando a recibir pedidos de la industria queriendo establecer programas [de tarjetas de valor acumulado], y queriendo hacerlo de la forma correcta”, dijo Langford.  “El problema es que no podemos responder a ellos sin redactar las regulaciones.  Las regulaciones [NSM] no dan respuesta a las preguntas, y eso es insostenible”.
“Nosotros todavía estamos aprendiendo, también”, dijo.

Aún así, muchos remesadores de dinero están de acuerdo en que si las instituciones financieras emisoras fueran consideradas responsables, serían más aptas para tratar con vendedores reconocidos, de confianza.

“Cada valor acumulado en el mundo, incluyendo el dinero electrónico, tiene en algún momento un punto de conexión con el sistema bancario”, dijo Landsman. “Siguiendo la tradición, el punto de ataque es ir a los bancos emisores.  Ellos tienen el control de la cadena de distribución de la misma forma en que la tienen los remesadores de dinero: hacer responsables [a los bancos] licenciatarios”.

Cherie Hamblin, vicepresidente de cumplimiento de TSYS Prepaid, dijo en la conferencia que ella le gustaría que esos bancos emisores dejen de “pasar las obligaciones regulatorias a los procesadores”, y “controlen más”.  

“[La responsabilidad] debería ser compartida”, dijo Semesky. “Los delincuentes son muy, muy inteligentes. Pueden hacer que su negocio sea encontrar la vulnerabilidad en cualquier sistema. Lo mejor que puede hacerse es tener las mejores salvaguardas”.