Por Brian Monroe.

En las horas y días que siguen a un devastador terremoto –como el ocurrido en Haití el 12 de enero y en Chile este sábado 27 de febrero-, no se piensa más que en rescatar y ayudar a los sobrevivientes. Pero, cuando el polvo ya ha pasado, las instituciones financieras de la nación afectada tienen que enfrentarse a uno de muchos problemas operativos: el cumplimiento antilavado de dinero.

Tanto los bancos como los negocios de servicios monetarios (NSMs) al reabrir,  tienen al personal de cumplimiento y a sus contrapartes del exterior enfrentando grandes retos de cumplimiento. En ese momento, ellos deben encontrar formas creativas de cumplir con las regulaciones antilavado, a la vez que deben proveerles dinero en efectivo a los sobrevivientes, quienes pueden no poseer ninguna identificación.

En el caso de Haití, estos problemas fueron solo el principio. Las remesas son muy importantes para Haití. Durante el año 2008 totalizaron US$2.000 millones, lo que representó el 25% del producto interno bruto de la nación. Las instituciones financieras en Puerto Príncipe y otras ciudades han estado luchando con los sistemas informáticos devastados, problemas de robo de identidad, escasez de efectivo y numerosas agencias destruidas, según han informado empresas financieras que operan en la isla caribeña.

“Se hizo un monumental esfuerzo” para conseguir recursos para los residentes haitianos, muchos de los cuales se emigrado de la devastada capital hacia zonas del interior, dijo Georgette Jean-Louis, jefa financiera de Fonkoze, una compañía haitiana de microfinanzas que ayuda a las clases pobres mediante 34 agencias ubicadas en su mayoría en zonas rurales.

Desde que se presentó el caos en los días seguidos al terremoto, cuando las compañías de remesas tuvieron que enfrentar a residentes pidiendo más dinero de lo usual, no tenían redes informáticas y sus sedes colapsadas, los fondos han estado fluyendo nuevamente de forma lenta mientras más bancos locales acceden a las redes y los servicios son reparados, informó un representante de un NSM con sede en Estados Unidos.

Un complicado proceso de remesas

Siendo uno de los primeros grupos financieros en recibir dinero después del terremoto. Fonzkoze ha procesado más de US$2 millones in transacciones desde bancos estadounidenses durante el pasado mes, indicó Georgette Jean-Louis, quien agregó que durante los primeros días la empresa tenía cientos de miles de dólares fluyendo desde Estados Unidos y siendo entregados en cajas por helicópteros militares, para que el dinero pudiera llegar a los residentes de las zonas más retiradas de Haití.

Uno de los principales problemas, fue la identificación de los clientes. Cuando los beneficiarios no podían mostrar alguna identificación, Fonkoze requería a quienes enviaban las remesas que suministraran detalles acerca de los receptores, sus direcciones exactas y atributos físicos. Los beneficiarios que respondieran las preguntas y encajaran con las descripciones podían entonces obtener su dinero, generalmente entre US$50 y US$100, precisó Jean-Louis.

En algunos casos, la empresa les sugirió a las personas que le enviaran el dinero a un vecino o a un pariente que si tuviera identificación para que ayudara al que no la tenía. En ciertos momentos, tuvieron que rudimentariamente juntar información de cuentas y transacciones mediante conexiones a internet deficientes, teléfonos celulares o satelitales.

“Fue increíble que no se presentaran alborotos y desórdenes”, indicó Jean-Louis, quien agregó que hasta el momento la empresa no tiene reclamos de remesas entregadas a la persona equivocada, aunque ella acepta que puede ser posible que algunos estafadores y expertos en robo de identidad pueden haber estado entre los receptores de las remesas.

Oleada de remesas

Aproximandamente 3 días después del desastre, el número de remesas enviadas a Haití se triplicó y el monto en dólares se duplicó, al pasar de un promedio de US$100 a US$200, precisó Jean-Claude Saliba, gerente general en Miami de Caribbean Air Mail (CAM).

Aunque algunas de las oficinas de CAM fueron destruidas por el terremoto, la compañía pudo abrir una docena de sucursales al día siguiente del desastre. Cuando las agencias abrieron, había más de 5.000 esperando para recibir dinero de familiares o amigos, muchos de ellos sin identificación, explicó Saliba.
Ante este problema para verificar la identidad de los beneficiarios finales, la gerencia tuvo que ser creativa y llamó a los empleados encargados de hacer la entrega a domicilio para que verificaran la identidad de las personas que recibían las remesas, porque “muchos de los despachadores han estado allá entregando mercancía por 15 años, por lo cual conocen a todos. La mayoría de las personas perdieron sus identificaciones, pero nosotros manejamos la situación”, indicó Saliba.

CAM no ha sufrido falta de liquidez, porque “Nosotros estamos preparados para desastres naturales y mantenemos al menos dos semanas de abastecimiento” de fondos disponibles en caso de que los bancos estén cerrados, dijo Saliba.

Algunas agencias de bancos haitianos –incluyendo Soge Bank, Unibank y el Bank Nacionale de Credit- permanecieron cerradas por días, debido al daño de sus oficinas y la muerte de sus trabajadores, explicó Jean-Louis, quien se desempeñó como director de supervisión bancaria del Banco Central de Haití.

Algunas alianzas se han formado en medio de la crisis. Por ejemplo, el Citibak tuvo que compartir el espacio con una agencia del Scotiabank que estaba funcionando para poder ofrecer un mejor servicio a los residentes. Además, muchas remesadoras, incluso con sus oficinas destruidas, usaron carpas instaladas en jardines y teléfonos celulares para superar la falta de infraestructura y los problemas de conexión a internet, informó Jean-Louis.

A pesar de que muchos empleados de los bancos estaban durmiendo en las calles, se presentaron a trabajar para ayudar a repartir los recursos, “aunque ellos tenían tan poco como la gente a la que le estaban sirviendo”.

Cuando hay necesidad, abundan los riesgos

EL potencial riesgo de los criminales tomen ventaja de los desastres naturales es algo que los oficiales de cumplimiento ALD y CFT deben estar conscientes, según Jeff Sklar, director de la consultora SHC Consulting, con sede en Nueva York. “Cada vez que hay mucho dinero en efectivo yendo a un área, hay un gran riesgo de lavado de dinero”.

Con muchas personas pidiendo ayuda del gobierno en los días seguidos al desastre, algunos estafadores se presentan como empleados gubernamentales, contratistas o constructores para intentar obtener fondos, advirtió Elaine Carey, vicepresidente y directora nacional de investigaciones de Control Risk, una consultora con sede en Londres.

Por tal razón, es necesario que “los bancos doblen, tripliquen o cuadrupliquen los chequeos de las transacciones asociadas a Haití”, e incluso de los países vecinos para asegurar que no estén relacionadas a fraude o lavado de dinero, sugirió Carey, quien también dijo que “las personas necesitan dinero desesperadamente, pero mientras más tráfico, más actividades oscuras se ocultan entre las transacciones legitimas ligadas a la ayuda y a las remesas”. 

Mientras que las instituciones financieras globales están impacientes para entrar al gran flujo de dinero hacia Haití, ellas deben ser cuidadosas de las transacciones que superen los US$1.000 –la mayoría de las transacciones para familiares son mucho menor a ese monto- procedentes de jurisdicciones de alto riesgo o de paraísos fiscales, porque los criminales “pueden usar el caos para lavar dinero”, alertó un oficial de cumplimiento de una gran empresa de servicios monetarios de Estados Unidos.

El experimentado oficial de cumplimiento –quien pidió no ser identificado- también precisó que algunas remesadoras no están requiriendo identificación par transacciones menores de US$200 y no están cobrando adicional por las remesas enviadas en corto tiempo, lo cual puede ser aprovechado por los criminales.

Otras banderas rojas

Otra bandera roja para estar alertas en las transacciones asociadas a Haití es la estructuración de transacciones, en la cual se suministran nombres “cómicos” o se utiliza la identidad de personas muertas; incluso se puede presentar el contrabando de efectivo hacia y desde la región en los envíos, señaló el oficial de cumplimiento.

También se debe estar alerta de las “organizaciones caritativas online”, que se promocionan ellas mismas como organizaciones que están ayudando a Haití, pero que realmente son manejadas por estafadores. “A menos que la organización esté trabajando con la Cruz Roja Internacional o con otro reconocido grupo de ayuda, se les debe dar una revisión adicional”, señaló el experto.

Los bancos pueden enfrentar repercusiones regulatorias del lado haitiano al estar haciendo transacciones manuales, al estar perdiendo nombres de individuos o entidades sancionadas, así como perdiendo actividades sospechosas y fallando en la presentación de los documentos adecuados, advirtió Michael McDonald, consultor de Miami y ex agente especial del Servicio de Rentas Internas de Estados Unidos (IRS).

A pesar de que Haiti actualmente cuenta con un régimen ALD y una unidad de inteligencia financiera, “presentar reportes de actividades sospechosas en este momento está fuera de lugar hasta que el país y el sector bancario estén de vuelta sobre sus pies”, considera McDonald.

Otro peligro existente en Haití es el del tráfico humano. Aquellos individuos que hacen depósitos desde Haití para cualquier lugar del mundo deben ser vigilados por las entidades financieras, ya que esas operaciones pudieran estar relacionadas al tráfico de niños, indicó John Walsh, socio y director de la consultora SightSpan, Inc de Carolina del Norte (USA).

A juicio de Walsh, “desafortunadamente hay un gran mercado en Haití para tráfico humano”, por lo que las instituciones financieras deberían bajar sus umbrales de monitoreo y observar transacciones que no tienen sentido, para cualquier región conocida por su elevado nivel de corrupción o de lavado de dinero, incluso tendrían que elevar el nivel de riesgo de las personas expuestas políticamente (PEPs) de Haití, por el elevado riesgo potencial de sobornos.

La mayoría de los haitianos vive con menos de US$2 al día. Hay cerca de 420.000 haitianos viviendo en Estados Unidos, de los cuales más del 70% viven en Florida y Nueva York, según indican las estadísticas del Censo del 2000.

Haití representa un alto riesgo para la banca internacional por ser un “importante país de tráfico de drogas”, según indicó el Departamento de Estado norteamericano en si Reporte Sobre la Estrategia Internacional de Drogas de 2009 publicado en febrero del año pasado. Este reporte alerta sobre el lavado de dinero en el sistema bancario y los casinos, y destaca la “rampante corrupción” de los empleados públicos.

La principal ley antilavado de la nación caribeña .vigente desde 2001- fue fortalecida en 2008; la misma exige que los sujetos obligados –bancos, remesadoras de dinero y agentes de bienes raíces- establezcan programas antilavado de dinero (ALD), verifiquen la identidad de los clientes al abrir las cuentas al superar los US$10.000 y cuando hagan transferencias que superen los US$3.000.