Por Bennet Voyles.
Para ser un territorio con una población de 829 personas, muchos de los cuales han hecho voto de probreza, castidad y obediencia, el Vaticano siempre ha tenido su cuota de escándalos financieros. Pero ahora la Ciudad-Estado de 110 acres que es la capital de la Iglesia Católica Romana está aplicando nuevos controles.
Un año y medio después de que el Papa Benedicto XVI, líder espiritual de unos 1.200 millones de católicos en todo el mundo, ordenó la elaboración de un nuevo marco legal contra el blanqueo de dinero (ALD), aún no está claro cómo esos esfuerzos regulatorios serán asumidos por la comunidad financiera global.
Está previsto que el comité MONEYVAL del Concejo de Europa presente un informe sobre el progreso de la Santa Sede en esta materia. Los analistas de la organización intergubernamental han estado trabajando desde noviembre en un informe que resumirá los cambios que el Vaticano necesita hacer para ser considerado un país “white-list”, dijo Giuseppe Zaffuto, un portavoz del grupo con sede en París. El informe está programado para ser lanzado en julio o agosto, pero la fecha aún no ha sido definida.
Un proyecto presentado a los funcionarios del Vaticano describe los pasos necesarios que debe cumplir la Santa Sede. Las recomendaciones incluyen una reorganización de la Autoridad de Información Financiera (AIF), la nueva autoridad de supervisión financiera del Vaticano, según un informe publicado por La Stampa el pasado 08 de mayo. El proyecto recomienda que a otros grupos dentro del Vaticano se les dé autoridad de vigilancia, además de la AIF.
La inclusión en la lista de países cumplidores de los procesos antilavado no lo es todo. En última instancia, el éxito dependerá de si la Santa Sede puede mantener su compromiso de lograr una mayor transparencia financiera, de acuerdo con Christian Larson, encargado del programa de la unidad de la gobernanza económica en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
“Los países que trabajan activamente en estos planes de acción tienden a ser premiados con buenos resultados si logran aplicarlos”, dijo Larson. “Los países, sin embargo, que hacen estas promesas y luego seis meses más tarde no tienen nada que mostrar… para ellos no hay mucha paciencia”.
Cualquiera que sea el proceso para el Vaticano, es probable que tome tiempo. La construcción de un régimen ALD requiere una gran cantidad de experiencia interna que no se puede construir en una noche, indicó Larson.
“No hay ningún camino de 6 meses. Se necesitan varios años para poner estos sistemas en su lugar y hacer que funcionen y comiencen a producir resultados”, afirmó.
Si bien la inclusión en el grupo intergubernamental de 47 miembros ayudará al Vaticano a responder a las preocupaciones sobre su régimen ALD, la Ciudad-Estado debe tomar medidas adicionales con el fin de ganarse la confianza del sector bancario internacional, dijo un oficial de cumplimiento con sede en Luxemburgo, que habló bajo la condición de no ser identificado.
“El Banco del Vaticano debería implementar una cultura de cumplimiento profesional de acuerdo a las mejores prácticas en el mercado financiero, tales como la aplicación de normas más estrictas de gobierno corporativo y un manual de ética para la institución, y un código de conducta de todos los empleados del banco, como se requiere a cualquier otro banco en el mercado “, indico la fuente anónima.
Bajo una ley ALD instituida en diciembre de 2010, el Banco del Vaticano tiene que obtener “una verificación adecuada” de las contrapartes de las transacciones, registro de datos relacionados con las relaciones financieras en curso y reportar operaciones sospechosas de movimientos destinados a poner el territorio en consonancia con las 40 Recomendaciones del Grupo de Acción Financiera (GAFI).
Los documentos internos filtrados a los medios de comunicación italianos a principios de este año representan los debates entre los funcionarios del Vaticano sobre la conveniencia de tales medidas, incluyendo las disputas sobre el grado en que la Santa Sede, en última instancia, debe cumplir con los estándares del GAFI.
Banco del Vaticano en el ojo del huracán
La incertidumbre en torno a este proceso de fortalecimiento antilavado parece aumentar con la recién destitución de Ettore Gotti Tedeschi, presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco del Vaticano. “Tras una deliberación, el Consejo de Supervisión aprobó por unanimidad un voto de censura contra el presidente, por no haber desarrollado funciones de primera importancia para su cargo”, subrayó la oficina de prensa de la Santa Sede en un comunicado.
Gotti Tedeschi está siendo investigado por la Fiscalía de Roma desde septiembre del pasado año por supuesta violación de las normas sobre la prevención del blanqueo de dinero. Junto a Gotti Tedeschi también está siendo investigado el director general del IOR, Paolo Cipriani.
Entre otras cosas, los documentos filtrados a la prensa sugieren que el actual Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Bertone Tracisio, transfirió al No. 2 de la Santa Sede, el administrador y arzobispo Carlo Maria Vigano, como embajador en los Estados Unidos después que Vigano descubrió pruebas de corrupción en la adjudicación de contratos en el Vaticano. La labor de Vigano ha sido alabada por convertir el déficit de US$ 10 millones del Vaticano en un superávit de US$ 45 millones en sólo 12 meses.
Las revelaciones fueron posteriores a la decisión tomada en 2010 por los investigadores italianos de congelar US$ 33 millones que estaban en cuentas en dos bancos italianos, como parte de una investigación de lavado de dinero pendiente. El dinero fue liberado posteriormente.
Esta primavera, una sucursal de JPMorgan Chase en Milán cerró una cuenta del banco del Vaticano debido a que los funcionarios de la iglesia no habían respondido adecuadamente a las preguntas hechas sobre la transferencia de 1,5 millones de euros desde esa sucursal y una cuenta en Alemania.
Los escándalos financieros no son nada nuevo para el Banco del Vaticano, oficialmente el Instituto per le Opere di Religione (IOR). En la década de 1970 y principios de 1980, el IOR estaba vinculado al Banco Ambrosiano, una institución financiera vinculada al blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico de la mafia siciliana. El dinero era supuestamente procedente de partidos políticos italianos y del régimen de Somoza, de Nicaragua.
Aunque el Banco del Vaticano era dueño de sólo el 1,2% del Ambrosiano, perdió US$ 1.300 millones en el momento de su colapso en 1982. El dinero resultó haber sido prestado a cuentas en el extranjero gestionadas por el Presidente del Ambrosiano, Roberto Calvi, y controlado por el Banco del Vaticano y el arzobispo Paul Marcinkus, presidente del IOR.
Marcinkus fue procesado como cómplice de una quiebra fraudulenta, pero los tribunales italianos decidieron que tenía inmunidad diplomática. A raíz del escándalo, el Vaticano reconoció “la implicación moral” del fraude y pagó $ 241 millones a los acreedores del Ambrosiano.
A pesar del escándalo, Marcinkus, quien murió en Arizona en 2006, se mantuvo en la cima de la IOR hasta 1989. Un personaje favorito en los libros de escándalos del Vaticano, el ex jugador de rugby y diplomático fue acusado de todo, desde el asesinato del Papa Juan Pablo I en 1978 hasta del asesinato de Calvi en 1982 y del envenenamiento dek estafador y alguna vez amigo Michael Sindona, quien murió en una cárcel de Milán después de beber un café con cianuro en 1986.




