La venta de negocios fraudulentos y empresas fantasmas en Estados Unidos genera cuantiosas ganancias a los estafadores -incluso si estos se encuentran en el extranjero- y grandes pérdidas para las víctimas. Esta metodología de fraude presenta retos de cumplimiento, debido a la falsa estructura montada para engañar a quienes creen estar invirtiendo en negocios legítimos.

A continuación presentamos varios casos de víctimas de una estafa millonaria, que consistía en la venta de “atractivas oportunidades de negocios”, que no eran más que una red de “empresas fachadas” de puro papel y sin operaciones, que fueron creadas en Estados Unidos por una red de delincuentes que operaba desde Costa Rica, pero que ya fueron juzgados y están en las cárceles estadounidenses.

El Caso

Según indican los documentos de la Corte Federal del Distrito Sur de Florida, en junio de 2004, Silvio Carrano, Patrick Williams, Donald Williams y Gregory Britt Fleming comenzaron a ofrecer oportunidades de inversión a individuos ubicados en Estados Unidos que estuvieran buscando “negocios rentables” en donde poner su dinero.

Para tal fin, crearon empresas en distintos estados, rentaron oficinas y desempeñaron distintos cargos dentro de las compañías para simular que eran corporaciones activas y rentables. Además, falsificaron documentos y declaraciones con el objeto de mostrar la rentabilidad de los negocios que vendían.

Durante varios años, el grupo vendió las “empresas” por miles de dólares y la mayoría de los compradores incautos pagaron, al menos, US$ 10 mil por empresas como: Apex Management Group Inc., USA Beverages Inc., Twin Peaks Gourmet Coffee Inc., Cards-R-Us, Inc., Premier Cards Inc., The Coffee Man Inc. y Nation West Distribution Company. En realidad, todas eran “empresas fachadas” de puro papel y sin operaciones reales.

La metodología

Los documentos de la corte indican que en cada una de las empresas fraudulentas los estafadores  empleaban a varios tipos de representantes de ventas, incluyendo “fronters” (los primeros que reciben o atienden a los clientes/víctimas), “closers” (los que cierran los negocios) y “references” (supuestos clientes antiguos que sirven como referencia para atestiguar sobre la rentabilidad del negocio).

La red funcionaban de la siguiente forma: los estafadores colocaban anuncios en periódicos. Las personas interesadas llamaban o iban a las oficinas de la empresa, donde eran recibidos por el fronter. El grupo enviaba material promocional y en algunos casos ejemplos de los productos (p.e. café de primera calidad para los interesados en The Coffe man, Inc.). Luego los potenciales clientes eran enviados al closer, quien intentaba cerrar el negocio con el inversionista. Al final entraban en acción las referencias, quienes hablaban con los clientes sobre la rentabilidad obtenida en otras inversiones realizadas con esa empresa.

Las compañías fueron registradas como corporaciones en distintos estados y rentaban oficinas en diversas ciudades como Fort Lauderdale (Florida), Las Cruces (New Mexico), Fort Collins (Colorado), Reno (Nevada), Philadelphia (Pennsylvania) y Denver (Colorado). De esta forma, los estafadores hacían creer a sus víctimas que tenían presencia en todos los Estados Unidos y que eran una gran corporación estadounidense, cuando en realidad Silvio Carrano, Patrick Williams, Donald Williams y Fleming operaban desde Costa Rica.

Cada empresa funcionaba por varios meses y luego de recibir el dinero de inversionistas interesados en adquirirla, los estafadores se desaparecían, cancelaban los números telefónicos (incluidos varios números “800”) y los correos electrónicos. Posteriormente abrían una nueva empresa con el mismo propósito. También utilizaban seudónimos (por ejemplo, Bob Cameron, Robert Cameron y Jack McShay fueron usados para vender The Coffe Man, Inc.), creaban cuentas bancarias, rentaban espacios de oficinas y adquirían otros servicios con el objetivo de aparentar estar vendiendo negocios legítimos.

Carrano y Fleming reconocieron que las compañías hicieron declaraciones falsas a los potenciales compradores de los negocios, a quienes les dijeron que recibirían una buena ganancia, que los compradores anteriores estaban recibiendo sustanciosos dividendos, y que los negocios operaban en áreas conocidas por las víctimas con aliados que garantizaban locaciones de alto tráfico para ubicar los estantes de mercancías.

Las víctimas

En una investigación adelantada por Lavadodinero.com, conseguimos varias víctimas de estas estafas. Lisa, una residente de Hollywood (Florida), le transfirió US$ 15.000 a Robert Cameron (nombre falso) en junio de 2008, como inversión por unas máquinas dispensadoras de café de la firma The Coffe Man, Inc. Un sujeto de Colorado (no reveló su nombre) tuvo peor suerte, ya que pagó US$ 93.313. Veamos los detalles de otros dos casos:

1) Presentamos lo indicado por una de las víctimas de Michigan: “Mi historia es la misma que la de otros. Saqué US$ 26.500. A continuación presento una lista de `referencias´ que me entregó Bob Cameron:

-Dave Jakovich – New York, NY / (845) 224-3074

-Harold Baer – Seattle, WA / (206) 315-9822

-Aaron Barilla – Chico, CA / (530) 924-4045

-Matt Skaggs – Phoenix, AZ / (602) 218-7238

-Glen Garcia – Metarie, LA / (504) 613-4397

Todos me dieron reportes entusiastas acerca de la empresa y sobre el éxito que estaban teniendo con sus distribuidoras. De hecho, Harold Baer me aseguró tener más de 100 locaciones, un camión, un almacén y a su hijo empleado en el negocio. Obviamente, no he podido obtener una llamada de retorno de ninguno luego que recibieron mi dinero”.

2) En una orden de “cesar y desistir” el estado de Michigan le ordenó a los directores y responsables de la empresa The Coffe Man, Inc.  El documento judicial indica que en marzo de 2008 los estafadores “colocaron una publicidad en la sección de clasificados de oportunidades de negocios del Chicago Tribune”. El anunció buscaba “distribuidores” que recibirían el producto (café), los materiales promocionales y las locaciones donde ubicarlos.

La víctima llamó al número telefónico del anuncio y el representante de ventas le ofreció el café, 60 estantes, entrenamiento, apoyo contable y todo el inventario necesario. Por si fuera poco, le garantizó que recibiría un 100% de la inversión el primer año, es decir US$ 109.208.

El 18 de abril de 2008, la víctima transfirió los primeros US$ 44.950 y luego envió US$ 48.839. El vendedor le envió algunos de los estantes, pero nunca el resto del inventario. El encargado de ubicar los estantes nunca devolvió la llamada, al igual que los vendedores, quienes desaparecieron (Documento del Estado de Illinois disponible para consulta, pulsar aquí).

Hablan las autoridades

“Las oportunidades de negocios fraudulentas imponen significativas complicaciones financieras en víctimas inocentes y trabajadoras”, precisó Tony West, asistente del fiscal general, quien agregó que “el Departamento de Justicia seguirá procesando agresivamente a quienes defrauden a ciudadanos americanos”.

Por su parte, Wifredo Ferrer, Fiscal del Distrito Sur de Florida, dijo que  “los estafadores que utilizan los negocios fraudulentos tienen que entender que este tipo de fraudes será procesado vigorosamente, incluso si operan desde fuera de Estados Unidos. Las leyes internacionales y la cooperación eliminan los paraísos seguros de quienes engañan a los estadounidenses desde el exterior”.

“El fraude por telemercadeo no está limitado a operaciones en Estados Unidos. Las investigaciones internacionales y nacionales demuestran que el Servicio de Inspección Postal está resuelto a proteger a los estadounidenses de los estafadores internacionales”, advirtió Henry Gutiérrez, jefe inspector.

La sentencia

Silvio Carrano y Gregory Britt Fleming fueron arrestados el 9 de marzo de 2010, luego de ser acusados de vender, junto a sus cómplices, oportunidades de negocios relacionados a bebidas, máquinas para vender y tarjetas de felicitaciones. Los individuos ofrecían asistencia estableciendo, manteniendo y operando los negocios. Ambos se declararon culpables el 16 de febrero de 2011.

En junio de 2010, Donald Williams reconoció haber conspirado para cometer fraude, por lo que fue sentenciado a 78 meses de prisión. El 18 de enero de 2011, Patrick Williams aceptó 10 cargos de fraude postal y 3 de fraude cablegráfico, por los cuales recibirá sentencia el 30 de marzo de 2011.