La mayoría de las recomendaciones de los
organismos internacionales y expertos sobre la emisión de tarjetas de uso
financiero contemplan procedimientos de revisión y control enfocados en la
prevención del lavado de activos y el financiamiento del terrorismo. Por
ejemplo, la Guía Antilavado de Tarjetas de Crédito y Tarjetas de Cargos emitida
en mayo de 2009 por el Grupo Wolsfberg precisa elementos claves de este
proceso, tales como la adecuada identificación de los clientes y la
implementación de un sistema basado en el riesgo para determinar la diligencia
debida sobre cada cuenta. Sin embargo, nada de esto se aplica para las tarjetas
de valor acumulado (TVA).
El uso de estas tarjetas –también conocidas
como tarjetas prepagadas, tarjetas de fondos acumulados, tarjetas de regalo o
“gift cards”- es cada vez más popular. En Hong Kong, el 70% de la población de
7 millones de habitantes realiza más de 6 millones de operaciones diarias con
las tarjetas Octopus.
Las tarjetas prepagadas pueden ser
ampliamente clasificadas en sistemas abiertos (o sistemas de circuitos
cerrados, sistemas semiabiertos,
sistemas cerrados (o sistemas de circuitos cerrados) y sistemas semicerrados.
Aliadas de los lavadores
El elevado riesgo que representan las
tarjetas de valor acumulado como instrumento para legitimar fondos procedentes
de actividades ilícitas fue destacado por diversos expertos durante la 15ª
Conferencia Anual Internacional Antilavado de Dinero realizada en Hollywood
(Florida) del 15 al 17 de marzo de 2010.
Durante su intervención en el foro “Destapando las Últimas Tendencias en el
Crimen Financiero Global”, la supervisora de grupo de investigación del
Departamento de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (USCIS por sus siglas
en inglés), Deborah M. Morrisey, alertó sobre el uso de las tarjetas de valor
acumulado para legitimar fondos procedentes de actividades ilegales.
Morrisey ejemplificó con varias situaciones
que deben motivar un escrutinio mayor de parte del personal de cumplimiento.
Por ejemplo, indicó que “cuando alguien
compra una tarjeta de valor acumulado para su empresa, para usarla como tarjeta
de viaje, hace una sola transferencia de US$5.000… no hace varios giros
pequeños para acumular ese monto. Cuando esto último sucede debe ser
considerado sospechoso”.
También indicó que “si un delincuente tiene US$100.000 en tarjetas, compra bienes de lujo,
como un auto, paga con varias tarjetas y luego puede vender el vehículo para
obtener un cheque o una transferencia por ese monto”.
La funcionaria expresó su preocupación por el
uso de estas tarjetas en Suramérica, ya que muchas empresas del sector están
dejando la carga de cumplimiento a los bancos estadounidenses. En tal sentido,
contó que durante una investigación los agentes se comunicaron con un proveedor
de tarjetas de valor acumulado que opera en varios países de la región, y el
representante de la empresa no se mostró preocupado por el uso indebido de su
producto, “nos dijo que a él no le
importa que están haciendo sus clientes con la tarjeta, mientras la compren
está bien. No parecía que él estaba involucrado en algo ilícito, pero no estaba
muy preocupado de quien estaba comprando su producto”.
Hablan los fiscales
Por su parte, Duncan Levin, fiscal de la
Unidad de Recuperación de Activos de la Fiscalía del Distrito Este de Nueva
York, afirmó que las “tarjetas de valor
acumulado son un desafío enorme” para los sistemas de prevención de la
legitimización de capitales”.
Levin señaló que “los estafadores siempre están tratando de estar un paso adelante. Las
denominaciones de los billetes que manejan los narcos son pequeñas cuando
venden drogas. Si meten ese dinero en una tarjeta están más adelante que
nosotros y están más adelante que la ley, porque la definición legal de moneda
no incluye estas tarjetas”. Por eso es que los narcotraficantes están
utilizando las tarjetas de valor acumulado para trasladar el dinero producto de
la venta de estupefacientes: “Esto se
puede pasar por la frontera y aunque un agente aduanal consiga estas tarjetas,
no puede detener a la persona”. Sin embargo, destacó que actualmente en
Estados Unidos se están adelantando ciertas reformas legislativas para corregir
eso.
Levin explicó que algunos ejemplos de
actividad sospechosa asociados a los depósitos en efectivo, son cuando una
tintorería deposita muchos billetes de US$100 o si una maestra realiza un
depósito de US$200.000.
La primera línea de defensa
A finales de 2008, Fortent, una trasnacional
especializada en riesgo y cumplimiento, anunció los resultados de una encuesta
realizada entre miles de oficiales de cumplimiento de Estados Unidos y Europa.
El 28% de los encuestados señaló a las tarjetas de valor acumulado como una de
las principales amenazas asociadas a los delitos financieros. Cuando se les
preguntó cuáles son las áreas en las que esperan ver un mayor interés
regulatorio en los próximos cinco años, el 78% mencionó a los nuevos productos
de pago, incluidas las tarjetas de valor acumulado.
La espera pudiera terminar pronto. Según dijo
Willian Fox, Vicepresidente de Antilavado Global y Sanciones Económicas de Bak
of America, “el gobierno de Estados
Unidos está trabajando en nuevas regulaciones del sector. Una de las cosas que
considera es regular a los proveedores de las tarjetas de valor acumulado, para
ponerlos bajo las regulaciones de la Ley de Secreto Bancario (LSB). Pero,
mientras el gobierno no publique las leyes, enmiendas, comentarios y tenga una
disposición final (…) los bancos asumen el punto central y son la primera línea
de defensa de toda esta estructura regulatoria”.
Señales de Alerta
Estas son algunas de las señales de alerta
asociadas a métodos de lavado mediante tarjetas de valor acumulado destacadas
por la investigadora estadounidense:
-Uso frecuente e inusual de retiros por cajeros automáticos
-Agrupar varias transferencias cablegráficas para enviar los
fondos a una tarjeta de valor acumulado
-Actividad intensa de transferencias cablegráficas para un
vendedor de tarjetas de valor acumulado.
-Pagos de bienes de elevado valor con múltiples tarjetas de valor
acumulado.
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