Por Rachael Lee Coleman

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El-Shah Elratuli eludió cargos criminales cuando policías estatales de Georgia detuvo su camioneta cargada de dinero en efectivo en 1999.  La policía confiscó US$430.000 de lo que creían eran fondos procedentes del tráfico de drogas amontonados en un compartimiento oculto, entregó el dinero a la Administración de Control de Estupefacientes de EE.UU. (por sus siglas en inglés, DEA) y lo dejó ir.


 


Más de dos años más tarde, a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre, investigadores de Nueva York revisaron miles de informes de actividad sospechosa de todos aquellos que pudieran estar relacionados con la financiación del terrorismo.  Se tropezaron con informes presentados por tres instituciones financieras en el 2001 sobre alguien llamado El-Shah Mohammed, uno de los seis alias de Elratuli.


 


Los informes – presentados por el Citibank, el JP Morgan Chase y el Fleet Bank, los retrotrajeron a la que parecía una inocente detención de tráfico en 1999 y a un ardid multimillonario en dólares que abarcaba a dos estados y, este año llevó a Elratuli a la cárcel por 11 años.


 


“Sabíamos que teníamos algo”, dijo Scott Burns, un agente especial del Servicio Secreto de EE.UU. que alguna vez trabajó como agente en el ex Servicio de Aduanas de EE.UU., una de las agencias participantes de la investigación.


 


Reunión HIFCA


 


El caso, reconstruido para más de 300 banqueros reunidos en el simposio financiero de la agencia Área de Crímenes Financieros de Alta Intensidad de Nueva York (por sus siglas en inglés, HIFCA) realizado en Manhattan en junio, brinda una extraña mirada sobre la clase de pesquisas que inician los investigadores a raíz de los informes de actividad sospechosa.  El equipo multi agencia de la HIFCA, reunido en el 2000, es uno de los siete existentes en los Estados Unidos que desentraña delitos financieros complejos basándose en los informes presentados por las instituciones.


 


“Ellos demostraron que realmente están revisando nuestros IASs y siguiéndolos con investigaciones”, dijo un oficial de cumplimiento de la ciudad de Nueva York que pidió no ser identificado durante el seminario.  “Siempre pensé que no los leían”.


 


En este caso, sí lo hicieron.  De hecho, los tres bancos informaron que Elratuli – cuyos alias también incluían los nombres de Ramón Mesa y Angel Padilla – estructuró depósitos en efectivo de más de US$400.000 en sumas que promediaban los US$8.500.


 


Los registros de las cuentas muestran que Elratuli, un estafador que se moviliza en silla de ruedas, quien alguna vez se tiró de un puente en la ciudad de Nueva York atado a su silla de ruedas para realizar una protesta política, había declarado tantas ocupaciones como nombres – incluyendo las de acróbata, entrenador de boxeo y dueño de un restaurante que los investigadores descubrieron que no existía.


 


Los agentes los siguieron y “pasaron bastante tiempo afuera de su residencia en Nueva York”, dijo Burns, pero la pesquisa en el lugar no mostró ninguna actividad criminal evidente.  Entonces, construyeron un caso histórico “de papel” de sus actividades financieras en lugar de mostrar el nexo entre la estructuración y el tráfico de drogas.


 


Los investigadores descubrieron millones de dólares en activos en Nueva York y Miami que no pudieron ser explicados frente a los cheques por discapacidad que percibía del gobierno.  Era dueño de una casa de US$500.000 en Miami, una casa de US$200.000 en el Bronx y alquilaba un departamento en los alrededores.  Era dueño de un lujoso barco y nueve automóviles de gran valor – incluyendo BMWs, un Jaguar, un Excursion, un Corvette, una casa rodante y una motocicleta.


 


Cuando un equipo de respuesta especial lo arrestó en su casa de Miami en el 2003, encontraron US$20.000 escondidos en los caños de su silla de ruedas y muchos otros activos, drogas y dinero en efectivo en sus casas.  Las autoridades confiscaron más de cuatro kilos de cocaína, US$125.000, pieles, joyas, relojes, un trono antiguo y otros objetos – y otros siete kilos de cocaína y US$300.000 en efectivo guardados en un compartimiento oculto en su casa rodante, un espacio que había eludido a los agentes y perros de narcóticos hasta que una radiografía del vehículo mostró un “hueco vacío” en la estructura que no pudo ser escaneado.


 


Detrás de las rejas


 


Como resultado de las investigaciones, Elratuli fue condenado por delitos que incluyen el tráfico de drogas, estructuración, fraude postal y robo.  Fue enviado a prisión y se ordenó la confiscación de US$1,5 millón a favor del gobierno de EE.UU.


 


“Estos IASs realmente van a algún sitio; de verdad que los revisamos”, dijo Burns.  “Sin ellos no podríamos haber relacionado las drogas con el caso o haber tenido causa probable para una orden de arresto”.


 


Las confiscaciones de activos, como en el caso de Elratuli, son vitales para interrumpir las empresas criminales, dijo Elaine Banar, Asistente del Fiscal Federal para el Distrito Este de Nueva York.


 


“A los traficantes de drogas no les importa si usted se lleva su contrabando”, dijo Banar. “Sí les importa cuando usted se queda con sus cuentas bancarias, barcos, casas y autos lujosos.  Cuando usted se queda con sus bienes, se les hace más difícil poder volver a establecerse”.


 


Aún así, eso no puede hacerse sin la ayuda de las instituciones financieras.


“Nos apoyamos en la comunidad financiera y el cumplimiento legal para llevar a juicio nuestros casos”, dijo Banar.  “La información en los IASs es muy importante para nosotros.  A veces es la única forma en que podemos empezar a preparar un caso”.