¿Cómo identificar los grupos en su organización que podrían beneficiarse con la capacitación antilavado?
La capacitación ha sido largamente reconocida como un elemento clave del programa de cumplimiento antilavado de dinero. La institución puede diseñar un sistema perfecto de controles internos, pero éste no funcionará si los empleados que deben utilizarlo no tienen una comprensión suficiente de qué deben hacer.
Las 40 Recomendaciones sobre Lavado de Dinero del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) alientan a las jurisdicciones a requerir “un programa de capacitación constante de los empleados”. Muchos países han codificado ese requisito obligando a las instituciones financieras a establecer programas de cumplimiento con componentes de capacitación. Además, los reguladores y auditores cada vez más esperan que las instituciones adecúen esa capacitación a una audiencia específica.
Cuando inicialmente se creó este requisito, el escenario antilavado era relativamente estático; sin embargo, lo acertado de requerir capacitación “constante” es evidente en el dinámico escenario antilavado actual. Recuerdo que la primera capacitación antilavado que tuve –antes de que el antilavado siquiera fuera un término en uso– fue un evento anual sobre transacciones en efectivo. Desde que comencé a trabajar en una función de cumplimiento, asistí a por lo menos una docena de eventos de capacitación antilavado durante este año, curiosamente ninguna de las cuales estuvo muy centrada en las transacciones en efectivo. En lugar de ello, ofrecían una perspectiva de una gran cantidad de métodos y leyes de lavado de dinero que no estaban en el horizonte cuando tomé mi primer curso.
¿Por qué capacitar a los empleados?
Si bien las razones para tener programas de capacitación son casi obvias, muchos de los requisitos de la capacitación no lo son.Primero, puede ayudar a comprender qué se entiende por capacitación. El Diccionario Webster define la palabra “capacitar” como “enseñar para hacer que sea apta, calificada o competente”. Eso significa que la capacitación necesita estar razonablemente adecuada a la audiencia. Sin embargo, existe otra definición que es particularmente apta para la era actual: “estar preparado (por ejercicios) para un examen de capacidad”. Si bien esto está normalmente asociado con la capacitación en un sentido atlético, ciertamente tiene importancia en este contexto. La institución que no prepara a sus empleados para cumplir puede reprobar un examen o auditoria. Las instituciones no pueden permitirse este resultado cuando los informes de las debilidades regulatorias pueden causan un inmenso daño reputacional.
¿En qué consiste la capacitación?
La capacitación no se refiere solamente a las presentaciones y clases de capacitación formales. Es un proceso constante de instruir a los empleados para que sean competentes en sus tareas. Como tal, el término también incluye oportunidades para brindar mayor instrucción, tales como los boletines para empleados, reuniones constantes sobre temas relacionados con el antilavado y aprendizaje en el trabajo. Sin embargo, la mayoría de los examinadores se centrarán en las sesiones de capacitación y presentaciones formales durante los exámenes.
Como muchas otras áreas del programa, la capacitación debería estar basada en el riesgo, entendiéndose por esto que las áreas que presentan mayores riesgos debería recibir más atención con más frecuencia. Eso debería incluir cualquier cosa identificada como de alto riesgo en la evaluación del riesgo de sus operaciones hecha por la institución.
¿Quién debe ser capacitado?
Antes de comenzar su capacitación, debe decidirse a quién capacitar. Un negocio de servicios monetarios pequeño con cuatro empleados probablemente realice una presentación para todo el personal, pero para una institución financiera multinacional grande que ofrece un espectro amplio de servicios financieros sería difícil elaborar una presentación única de capacitación que satisfaga las necesidades de todos. Por ello, es esencial identificar primero a las audiencias individuales que necesitan capacitación. La capacitación para la junta de directores, por ejemplo, debería ser diferente de la capacitación preparada para el personal de cajas.
Las instituciones también pueden optar por realizar la capacitación a nivel de una unidad de negocios. Esto es particularmente útil cuando una institución tiene múltiples unidades de negocios. La capacitación para los corredores sería más específica que para aquellos que presten servicios bancarios tradicionales. En este modelo, una presentación puede cubrir múltiples roles asociados.
La junta de directores y la gerencia superior son responsables por la supervisión de la institución, y como tales, necesitan determinar sus estándares. Una vez que han sido capacitados en los temas antilavado, queda claro cuál es la importancia de tener una fuerza de trabajo capacitada en antilavado. Ningún empleado está demasiado ocupado o es demasiado importante como para no recibir capacitación antilavado. Si bien las aulas de capacitación formales pueden no ser adecuadas para la junta o la gerencia superior, su capacitación debería enfatizar la importancia de un programa de cumplimiento eficiente y la necesidad de su apoyo al programa. Esta audiencia debería recibir ejemplos de cómo un cumplimiento deficiente puede dañar la reputación de una institución, como lo demostró el escándalo del Banco Riggs, o dejar expuestos a los miembros de la junta frente a demandas judiciales o acciones criminales.
La capacitación de rutina también debería incluir las actualizaciones antilavado importantes, como las regulaciones, tipologías o tendencias nuevas que tendrían impacto en la institución. Recuerde, esta particular audiencia debería estar totalmente informada de manera que pueda establecer el tono adecuado para el resto de la institución.
Los empleados que interactúan directamente con los clientes y los empleados que no lo tienen roles clave en la implementación de estos programas de cumplimiento. Como tal, deben estar capacitados para ser competentes en el cumplimiento. Si no lo son, aumenta el nivel de riesgo de la institución. Las diferentes funciones en este grupo pueden requerir distintos tipos de capacitación sobre los requisitos regulatorios y procesales de esos cargos. Por ejemplo, una institución podría dar una capacitación general a una línea de negocios específica o podría capacitar a varias líneas de negocios sobre un tema, como la apertura de cuentas.
El personal de cumplimiento y auditoria requieren la capacitación más detallada de todas. Ellos no solamente necesitan comprender las reglas, regulaciones y expectativas regulatorias, sino también cómo afecta el escenario regulatorio a la institución y cómo los departamentos de primera línea y de operaciones de la institución trabajan juntos. Este nivel de conocimiento puede lograrse asistiendo a conferencias y seminarios importantes.
Las instituciones también pueden tener otros empleados que necesiten capacitación especializada, como el personal de comercialización y legal, mientras que otros pueden necesitar solamente un panorama general. Ellos también pueden necesitar capacitar a algunos contratistas con responsabilidades relacionadas con el antilavado acerca de sus tareas de cumplimiento.
Una vez que la institución ha identificado a las audiencias que necesita capacitar, debe elaborar el contenido del curso.
*Kevin Anderson, Vicepresidente de Bank of America. Artículo publicado inicialmente en ACAMS Today Enero/Febrero 2007 y Lavadodinero.com 03/10/07




