(Douglas Greenburg, socio del estudio de abogacía de Washington Latham & Watkins LLP, trabajó entre 2003 y 2004, en el equipo de trabajo de la comisión National Commission on Terrorist Attacks Upon the United States, conocida como la Comisión 9/11, donde investigó la financiación de al Qaeda y los esfuerzos del gobierno para combatirla. Es uno de los autores de la “Monografía sobre la Financiación del Terrorismo”, que es el principal estudio disponible sobre la financiación de al Qaeda. Greenburg será un orador de la Segunda Conferencia Anual Europea sobre Lavado de Dinero que se llevará a cabo en Barcelona entre el 28 y 30 de septiembre de 2005)

Los recientes atroces atentados cometidos en Londres dejan nuevamente en claro que la lucha contra el terrorismo debe continuar siendo una urgente prioridad para los gobiernos del mundo occidental. La lucha contra la financiación del terrorismo continúa jugando un importante papel en esta lucha.


Desde los atentados del 11 de septiembre, el gobierno de Estados Unidos y sus aliados han reconocido que “el rastro del dinero” puede jugar un papel clave para atrapar a los terroristas antes de que lleven a cabo sus operaciones. Para potenciar el beneficio y valor de este esfuerzo, los gobiernos del mundo occidental deben reconocer la naturaleza evolutiva de las operaciones terroristas y métodos de financiación y prepararse para los desafíos y oportunidades creadas por el nuevo modelo emergente.


Antes de los atentados del 11 de septiembre, al Qaeda era una organización centralizada, al menos en la forma en la que manejaba las finanzas. Trabajaba con intermediarios y organizaciones de caridad corruptas, los donantes proveían los fondos a la organización central con sede en Afganistán. Los líderes de la organización entonces entregaban los fondos a los líderes de las operaciones terroristas, quienes, a su vez, entregaban el dinero a sus terroristas. Los atentados del 11 de septiembre son un buen ejemplo de este modelo. Khalid Sheik Muhammad, el líder de los atentados, entregó a los 19 terroristas todo el dinero que necesitaban para vivir, entrenar, y llevar a cabo los atentados. El dinero fue provisto en forma directa a los terroristas o vía giros por parte de financistas intermediarios que trabajaban a las órdenes de Muhammad.


Captura de los financistas intermediarios


A pesar de que es imposible saber con certeza cómo está operando al Qaeda, parece que se ha vuelto una operación mucho más descentralizada. Los operadores están actuando más independientemente de la organización central y, en algunos casos, podrían verse inspirados por los líderes de al Qaeda, pero no trabajar bajo el mando de ellos. Una serie de factores provocaron este cambio, incluyendo la derrota de Talibán, que le costó a al Qaeda su santuario en Afganistán, la captura y muerte de muchos líderes de al Qaeda (incluyendo un número de importantes proveedores de recursos financieros) y la constante presión sobre los líderes sobrevivientes.


Desde un punto de vista de la financiación del terrorismo, la pregunta clave es qué es lo que significa este cambio para la financiación de futuras operaciones. Pareciera que el modelo del 11 de septiembre será menos común. En el futuro es menos probable que veamos que las operaciones se financian desde una fuente centralizada donde el dinero va a parar a la principal organización y desde allí hacia las operaciones.


¿Qué veremos en cambio? Una posibilidad es que los terroristas se autofinancien, donde los terroristas mismos financian los ataques a través de sus empleos o actividades criminales. Los terroristas responsables de los atentados en Madrid en marzo de 2004 supuestamente se autofinanciaron a través de actividades criminales. Incluso sin una estructura centralizada, van a existir donantes –simpatizantes y extorsionados—del terrorismo.


A pesar de que tal propagación de la financiación del terrorismo representa un gran desafío para las agencias de inteligencia y fuerzas de ley de los países del mundo occidental al no permitir que se sigan los rastros de los fondos de conocidos líderes hacia desconocidos terroristas, se presentan oportunidades compensatorias.


Nuevas oportunidades para la detección


Primero, los terroristas que deben recurrir al crimen para financiarse corren el riesgo que sus crímenes sean detectados, que llevaría a que se interrumpa la operación. Eso no significa que cualquier golpe al crimen es un golpe contra el terrorismo. Significa que los gobiernos necesitan mantener un cuidado especial con las personas que se sabe tienen una ideología de Jihad para ver si están cometiendo delito para recaudar dinero para el terrorismo.


Los agentes de ley que quiebran empresas criminales operadas por militantes islamistas pueden lograr valiosa información de inteligencia. Esto sucedió hace poco en Francia donde, según informes de prensa, las autoridades arrestaron a tres hombres como parte de una investigación de financiación del terrorismo por extorsión y soborno.


Segundo, seguramente habrá un esfuerzo por parte de simpatizantes del terrorismo para hacer llegar dinero a los terroristas. Si el dinero no puede dirigirse hacia una fuente central y de allí a los terroristas, es muy posible que vaya desde los donantes u organizaciones de caridad corruptas en los países de occidentes hacia los terroristas. Podremos ver el dinero moverse desde donantes en Londres hacia terroristas en Londres, o desde empresarios en Madrid a terroristas en Nueva York. A diferencia de muchos financistas que operan en lugares como Afganistán o Pakistán, los simpatizantes o quienes apoyan al terrorismo en los países de occidente por lo general son conocidos por las autoridades. Si estos simpatizantes intentan financiar terroristas directamente, los agentes de ley pueden “seguir el rastro del dinero” directamente hacia los terroristas y prevenir los ataques.


Es clave identificar a posibles financistas


La capacidad para seguir el dinero depende de muchos factores, incluyendo, inicialmente la identificación de posibles financistas, expertos en investigaciones financieras y fundamentalmente la cooperación de instituciones financieras de occidente. El seguimiento financiero puede ser una realidad sólo si los bancos y otras instituciones financieras realizan un buen trabajo para identificar clientes por su nombre verdadero, mantienen las cuentas y otra información en un formato fácil de acceder, y se la proveen a los agentes de ley cuando éstos lo solicitan.


Los gobiernos de occidente deben continuar desarrollando el marco legal para incrementar el seguimiento de las finanzas de los sospechosos del terrorismo—a la vez que proveen las suficientes protecciones a la privacidad. En Estados Unidos, el Departamento del Tesoro debe avanzar en su mandato del congreso para promulgar regulaciones que obliguen a las instituciones financieras a reportar a la Red de Control de Crímenes Financieros (FinCEN por sus siglas en inglés) la transmisión electrónica de fondos entre países.


El Congreso de EE.UU. le requirió al Tesoro que emita estas regulaciones si determina que el reportaje es “razonablemente necesario” para ayudar en los esfuerzos estadounidenses contra la financiación del terrorismo y el lavado de dinero. (Intelligence Reform and Terrorist Prevention Act of 2004, Public Law 108-458, Sec. 6302). A pesar de que el régimen de reportaje despierta preocupaciones relacionadas con la tecnología, viabilidad y privacidad, las recompensas pueden ser grandes. La transferencia de fondos que contienen información sobre identidades, direcciones, números de cuentas, podrían prevenir futuros atentados. El Departamento del Tesoro debería apurarse, conjuntamente con las agencias de ley el sector privado, para desarrollar un marco viable y útil.


Probablemente el terrorismo nunca sea eliminado pero el uso eficiente de inteligencia financiera puede prevenir ataques terroristas y salvar vidas. Un mayor éxito en “seguir el rastro del dinero” significa que los especialistas anti terrorismo monitoreen la evolución del enemigo y evolucionen en conformidad.