La Red de Control de Crímenes Financieros (por sus siglas en inglés, FinCEN) y la Bolsa de Valores de Nueva York (por sus siglas en inglés, NYSE) ordenaron a la compañía Oppenheimer & Co., un corredor de valores de Wall Street, a pagar US$2,8 millones por contar con sistemas antilavado de dinero (ALD) y de reporte de actividades sospechosas inadecuados, el pasado mes de diciembre.

La sanción es la segunda impuesta por el FinCEN contra un corredor de EE.UU. por violaciones de la Ley de Secreto Bancario (LSB).  La primera fue aplicada contra una compañía pequeña de Georgia en el 2003.  Otras compañías han sido sancionadas por las organizaciones autorregulatorias, como la Asociación Nacional de Corredores de Valores, pero ninguna había pagado un monto tan importante.


“Esto es un llamado de atención.  No es el primer caso de sistemas de reporte de actividades sospechosas ALD u omisiones de los mismos considerado por un regulador de valores, pero cuando se está hablando de muchos millones de dólares, logra la atención de todos”, dijo un funcionario de la compañía de valores de Nueva York que pidió no ser identificado por Lavadodinero.com.


Los problemas de Oppenheimer fueron detectados primero en el 2001, cuando los corredores de valores todavía no estaban obligados a contar con programas antilavado de dinero.  Pero revisiones posteriores de los programas del banco realizadas por la NYSE encontraron los mismos problemas.  La NYSE es una organización autorregulatoria designada como tal por la Comisión de Valores e Intercambio de EE.UU. (por sus siglas en inglés, SEC).


Los reguladores dijeron que el programa de cumplimiento de Oppenheimer no cumplía los estándares mínimos requeridos por la NYSE y las regulaciones de la Ley de Secreto Bancario.  La firma tenía controles internos deficientes, un departamento de cumplimiento que tenía poco personal y sistemas de revisión independiente deficientes, según concluyeron los reguladores.


Susan Light, vicepresidenta de la división de cumplimiento de la NYSE, dijo que posiblemente esta acción fuera la primera de varias a tomarse contra firmas miembro que habían omitido protegerse frente al uso que pudieran hacer de ellas los lavadores de dinero.


“Hemos revisado otros temas relacionados con las preocupaciones por el lavado de dinero y esperamos que los mismos concluyan en sanciones disciplinarias”, dijo Light.


Aunque los corredores de valores no estaban obligados a contar con programas ALD hasta abril del 2002, la NYSE alertó a Oppenheimer en el 2001 acerca de que sus procedimientos de cumplimiento eran inadecuados para administrar los riesgos de lavado de dinero.  Las advertencias no fueron tenidas en cuenta.  FinCEN dijo que la NYSE descubrió que las mismas deficiencias que había encontrado en el 2001 continuaban en el 2004.


Entre esas deficiencias, el FinCEN dijo que el programa ALD de Oppenheimer no cumplía con la Regulación 445 de la Bolsa de Valores de Nueva York y la regulación LSB que obliga a las compañías de valores a contar con tal programa (31 CFR 103.120).


Oppenheimer tampoco contaba con mecanismos adecuados para detectar transacciones sospechosas.  Desde abril del 2002 hasta mayo del 2004, por ejemplo, la actividad cablegráfica de la compañía era revisada manualmente por un empleado de cumplimiento – un mecanismo inadecuado teniendo en cuenta el volumen y los riesgos de las transacciones de la compañía, concluyó FinCEN.


“Existían ciertamente transacciones sospechosas en curso, pero si había algo que se acercara al lavado de dinero, es algo que nunca sabremos”, dijo Light, de la NYSE.  “Este caso era más serio por las actividades sospechosas y porque involucraba más elementos que simples controles internos deficientes”.


Los problemas de los controles internos se relacionaban principalmente con las transacciones diarias y las transferencias cablegráficas realizadas para los clientes en una de las sucursales extranjeras de Oppenheimer y en una sucursal de la Florida.  Algunas de esas transacciones no tenían relación con la compra y venta de valores y no tenían ningún beneficio económico, pero no levantaron ninguna sospecha en Oppenheimer, dijo FinCEN. 


Tampoco levantó ninguna sospecha el uso de direcciones de casillas de correo y las direcciones compartidas de varias cuentas para clientes que no tenían ninguna relación entre ellos.  FinCEN expresó que varias cuentas para clientes aparentemente no relacionados tenían los mismos domicilios particulares o comerciales, algunas de ellas en otros países, incluyendo un centro financiero offshore.


Oppenheimer sí presentó algunos informes de actividad sospechosa que involucraban a una de sus sucursales extranjeras, pero los mismos estaban “materialmente incompletos”, dijo FinCEN.  Los informes eran generales y no incluían fechas específicas, el número de cuentas involucradas, el monto de dinero involucrado y los nombres sospechosos.


Además, la compañía no presentó IASs de manera oportuna, en los casos en que involucraron varios millones de dólares en el 2003, dijo el FinCEN.


La capacitación y la cantidad de personal también eran deficientes, dijeron los reguladores.  A pesar de su tamaño – en el 2003 Oppenheimer tenía 1.600 representantes registrados en 100 localidades – la unidad ALD de la compañía tenía una dotación de sólo dos empleados.  Y los dos, un oficial ALD y un analista, también tenían a cargo la tarea de responder las quejas de los clientes, las consultas regulatorias y la supervisión comercial de dos sucursales.


La compañía no tenía un programa de capacitación ALD adecuado para su personal, ni tampoco para aquellos que trabajaban directamente involucrados en el cumplimiento LSB.


Al omitir la identificación de esos problemas en su cumplimiento ALD, Opphenheimer también violó la Regulación 342, que obliga a los miembros de la NYSE a tener sistemas adecuados para supervisar y controlar su cumplimiento con las regulaciones de la NYSE.


Oppenheimer dijo en una declaración que sus problemas ALD en la compañía se produjeron en un momento en que había adquirido otras cuatro compañías. Expresó que todavía no había puesto en práctica procesos y procedimientos que abarcaran negocios mayores.