Por Rachael Colemann
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Omar Cassola sabía que la llamada de Bank of America modificaría el futuro de la compañía. Pero no sabía exactamente en qué forma.


Los ejecutivos de inversión del banco invitaron a Cassola, propietario de Girosol, un negocio de servicios monetarios, a cenar a Barton G, un lujoso restaurante en South Beach que recibe ricos, famosos y la elite corporativa.


“Todo parecía indicar un compra”, dice Cassola. Sus ojos grandes y agitados movimientos de manos recrean la euforia que lo envolvió. Luego mostró una gran desilusión.


Los banqueros cancelaron a último minuto. Poco tiempo después, pidieron información detallada sobre los agentes independientes de Girosol y crearon subcuentas para cada uno de ellos. Luego, un día después de que First Data Corp. anunciara planes para escindir Western Union como una compañía con cotización en bolsa, los banqueros llamaron nuevamente a Cassola.


No era para una cena elegante. Los representantes del banco llevaron un mensaje inesperado: “Vamos a cerrar sus cuentas, pero nos quedaremos con las de algunos de sus agentes”, lo que se traducía en “vamos a eliminar al intermediario”.


Cassola se preguntó si Bank of America se está preparando para comprar el mayor negocio de servicios monetarios del mundo.


El continuo y sistemático cierre de cuentas de negocios de servicios monetarios por parte de la industria bancaria—que lo atribuye a presiones regulatorias—deja a compañías como Girosol en la lucha por sobrevivir y a los bancos de cara a apropiarse de un negocio mundial de unos US$100.000 millones al año, un cambio que podría empujar a millones de clientes de estos negocios –que no cuentan con cuentas bancarias—fuera del sistema de instituciones reguladas hacia redes informales y subterráneas.


“Lo de Bank of America fue un golpe duro” dijo Cassola. “Si el resto de los bancos cierran nuestras cuentas, estamos muertos. La industria no está segura”.


Culpando los reguladores


Los reguladores señalan que los negocios de servicios monetarios—pagadores de cheques, cambistas, transmisores de remesas y vendedores de tarjetas prepagas—son un negocio riesgoso porque manejan grandes cantidades de transacciones en efectivo y por lo general operan con clientes que no tienen cuentas bancarias, inmigrantes e incluso criminales.


A pesar de que los bancos no están obligados a monitorear los clientes de negocios de servicios monetarios, la Oficina de Contralor de la Moneda (OCC por sus siglas en inglés) les señaló en una carta fechada junio de 2004 que “lleven a cabo cuidadosamente la diligencia debida de cuentas de negocios de servicios monetarios para controlar riesgo al lavado de dinero y a la reputación”.


Ezra Levine, abogado del grupo Non-Bank Funds Transmitters Group, y muchos de sus colegas señalan que las cartas y “un guiño de los examinadores” llevó a los bancos a cerrar cuentas de la industria de negocios de servicios monetarios. Otros argumentan que los bancos están utilizando la “presión regulatoria” como una excusa para ahorcar a los MSBs y tomar sus negocios.


Bank of America, por ejemplo, utilizó el factor “riesgo” para cortar su relación con Girosol, a pesar de haber quedado con sus clientes más riesgosos, sus agentes.


Sin embargo, la portavoz de Bank of America Shirley Norton señaló que el banco no estaba abandonando a todos sus clientes que son negocios de servicios monetarios.


“No, no estamos saliendo del negocio de servicios monetarios”, dijo. “Estamos analizando a cada uno por separado”.


Norton no dijo si el banco está pensando en comprar Western Union.


“Es un gran chiste—todo lo que el banco quiere es meterse en el negocio”, dijo Emil Manfredonia, oficial de cumplimiento de Pronto Envios, un negocio de servicios monetarios con 3.000 agentes en 30 estados.


Dieciocho bancos han cerrado las cuentas de la compañía desde 1999—sólo este año lo hicieron Bank of America, SunTrust y Commerce Bank. Muchos solicitaron la información de sus agentes – nombres, direcciones y propietarios – antes de cortar la relación con la compañía, dijo Manfredonia.


Cuando Commerce Bank cierre la cuenta este mes, Pronto Envios no tendrá ningún vínculo bancario en Nueva York para prestar servicios a sus 850 agentes en el estado.


“Vamos a tener que arreglar recoger el dinero en un vehículo blindado mientras buscamos abrir cuenta en otro banco en Nueva York”, dijo Mafredonia. “Tenemos más suerte con bancos más pequeños, pero se ponen muy nerviosos con grandes transacciones en efectivo”.


La OCC niega dar el pie para que los bancos cierren las cuentas de negocio de servicios monetarios. “No le decimos a los bancos que salgan de un negocio a no ser que sea ilegal”, señaló el vocero de la OCC Kevin Mukri. “No he escuchado ninguna queja de los bancos”.


Y la Red de Control de Crímenes Financieros de EE.UU. (FinCEN por sus siglas en inglés) advirtió a los bancos en marzo sobre el cierre de esas cuentas.


Pero los bancos continúan cerrando las cuentas, a pesar “de que nunca existió evidencia que señalara que los negocio de servicios monetarios están siendo utilizados en forma desproporcionada por narcotraficantes, terroristas o para lavar dinero”, señaló Levine.


Los negocios de servicios monetarios deben seguir las mismas leyes y regulaciones que se aplican a otras instituciones financieras. Deben crear un programa de cumplimiento para verificar las identidades y monitorear las transacciones de sus agentes y clientes, obtener licencias estatales y registrase con FinCEN.


“Con lo que toma obtener un licencia en cada estado, estamos más seguros que cualquiera”, dijo Alan Friedman, presidente de National Money Transmitters Association y de Envios de Valores La Nacional en Nueva York. “No voy a arruinar las cosas, mi capital personal está en juego. Si tienes licencia, por definición no eres de alto riesgo”.


Además, los negocio de servicios monetarios son pésimos canales para lavar dinero, dijo Friedman, cuya compañía procesa 250.000 transacciones por mes por unos US$55 millones; un promedio de US$220 por transacción. “Quién va a lavar dinero con esos incrementos?”, se preguntó.


Cassola cree que los bancos están motivados por el dinero más que por el miedo.


“Los bancos quieren de verdad este negocio”, dijo. “Están utilizando reguladores como una excusa para cerrar las cuentas”.


En 2004, tan solo los inmigrantes enviaron US$34.000 millones en remesas desde EE.UU. a sus familias en América Latina y el Caribe –unos US$20.000 fueron a parar a México—y pagaron unos US$2.400 millones en comisiones, según un informe de Brooking Institution.


Los bancos retienen menos del 3% del mercado


“De las 100 millones de transacciones de remesas todos los años desde Estados Unidos hacia Latinoamérica, casi todas pasan fuera del sistema bancario formal”, escribió Federal Deposit Insurance Corporation en un estudio de 2004. 


Sólo el 63% de los hogares de inmigrantes—y sólo el 40% de los inmigrantes mexicanos—tienen cuentas bancarias, según Brooking Institution. El resto cobra sus cheques en los negocios que pagan cheques y en los supermercados, pagan sus cuentas con efectivo y envían giros a sus parientes.


Western Union – un compañía telegráfica abierta en 1851 que fue comprada por First Data en 1995 – llegó a controlar el 80% del mercado al asociarse con Bancomer, el mayor banco mexicano, y apuntar a inmigrantes que no podían acceder a servicios bancarios.


Citibank intentó competir en la década de 1990 – cerró cuentas de negocio de servicios monetarios y ofreció servicios de giros a los clientes – pero no pudo alcanzar la clientela de la industria.


“Citibank fracasó porque la gente que utiliza estos servicios no va a los bancos”, dijo Cassola. “Son granjeros inmigrantes, llenos de barro después de largos días en los campos, que van a los negocios familiares en los barrios donde viven y trabajan, no bancos”.


Los bancos de EE.UU. y los españoles eventualmente aprendieron de los errores de Citibank y comenzaron a comprar o asociarse con instituciones financieras mexicanas por una suculenta porción del mercado.


“El mercado creció y las compañías comenzaron a despertarse después del cenco de 2000”, dijo Cassola. “Antes de ello, los bancos no detectaban de donde venía el dinero—inmigrantes latinos que venían aquí a recoger tomates, atender mesas en restaurantes y enviar dinero a sus hogares”.


BBVA, el segundo banco más grande de España, compró un 41% de Bancomer en 2003. BBVA Bancomer más tarde se asoció con Wells Fargo & Co.


Bank of America y Banco Santander, el mayor banco español, se unieron ese año para comprar el 25% de Serfin, el tercer banco mexicano. Ese negocio—valorado en US$1.600 millones—le permitió a Bank of America ofrecer a los inmigrantes servicios de giros baratos a través de la red Santander-Serfin.


Mientras tanto, Citigroup compró Banamex, el segundo banco en México, y lanzó una tarjeta binacional que le permite a los clientes en EE.UU. asignar tarjetas adicionales a usuarios mexicanos.


Rogando a sus pies


A final de una larga mesa y la sala de conferencia, Cassola contó una por una más de una década de adquisiciones bancarias que afectaron en forma negativa a Girosol desde su apertura en 1994.


“Cada vez que ocurre una fusión, perdemos más cuentas”, dijo Cassola.


No puede darse el lujo de perder más.


La mayoría de los negocio de servicios monetarios están ahora rogando a las instituciones financieras mas pequeñas que les abran cuentas y haciendo costosos arreglos para transferir el dinero desde y hacia sus agentes.


“Hemos llegado hasta las cooperativas en estos momentos”, dijo Anthony Rodríguez, oficial de cumplimiento de Ria Financial Services, un negocio de servicios monetarios con más de 8.000 agentes en todo el mundo. “Vamos a bancos comunitarios en los barrios, a quien sea que nos abra cuentas”.


Rodríguez dio a FinCEN una lista con 67 compañías que dieron la espalda a su compañía “a pesar de que cuentan con algunas cuentas de negocio de servicios monetarios”.


“No hay puertas abiertas”, dice.


Ria y otras compañías que comercializan con Puerto Rico envían grandes cantidades de efectivo a cajas de seguridad en la isla porque bancos allí no hacen negocios con negocios de servicios monetarios. Pero el transporte físico de efectivo es una solución cara que muy posible lleve al cierre de las operaciones de los NSM.


“Si demasiados NSMs pequeños y medianos cierran sus puertas, ese dinero seguramente migrará a los transmisores informales y subterráneos”, dijo Levine. “Que será una amenaza para la seguridad nacional”.