Aunque la intención sea buena, la guía que proporcionan los reguladores a los negocios de servicios monetarios (NSMs) para cumplir con las regulaciones antilavado no parece ser suficientes para la industria.

La guía, elaborada en abril de 2005, establece la metodología que deben utilizar los bancos para evaluar y manejar los potenciales riesgos de lavado de dinero en las remesadoras.


El director ejecutivo de la Asociación Nacional de Transmisores de Dinero, David Landsman, criticó la escasa ayuda que el documento proporciona para las empresas de remesas que operan en Estados Unidos.


“Hay una falta de entendimiento de la Ley Federal. Ante las constantes citaciones de las autoridades, hay  bancos que finalmente prefirieron retirarse del negocio (de las remesas)”, dijo Landsman durante la 11va Conferencia Internacional de Lavado de Dinero, la semana pasada en el sur de la Florida.


Por su parte Anthony Rodríguez, oficial de cumplimiento de RIA Financial Services, aseguró que a pesar de las dificultades de procesamiento, la mayoría de compañías dedicadas al envío de dinero en EE.UU. se adaptaron a las exigencias antilavado a través de la aplicación de políticas internas y el desarrollo de programas informáticos para identificar a sus clientes y con capacidad de reportar transacciones de clientes específicos.


“Esto hace posible que podamos analizar las sumas que manejan individualmente cada cliente, además de estudiar los patrones de las transacciones y, de ser el caso, solicitar mayor información de los remitentes y receptores del dinero”, explicó Rodríguez.


Rodríguez hizo hincapié en los esfuerzos que vienen realizando las remesadoras en sus programas antilavado, luego de que en el año 2000, la Oficina del Contralor de la Moneda de Estados Unidos los estigmatizara “de alto riesgo”, sin prestar atención a la enorme cantidad de dinero que manejan: entre enero y noviembre de 2005, los 10 millones de emigrantes mexicanos (el país que más remesas recibe de EE.UU.) enviaron a sus familias la cifra récord de 18 mil millones de dólares. De esa cifra, casi el 90 por ciento fue remitido por transferencias electrónicas.


Prioridad: identificar al cliente


Por su parte Maureen Sanders, ex funcionaria del IRS, destacó que la parte más importante de los programas antilavado es “el manejo de los riesgos en el negocio del envío de dinero”, y recalcó la importancia de identificar a los clientes en las operaciones financieras.


Sanders presentó como ejemplo el caso de una pequeña gasolinera en Utah, la cual “descubrimos que estaba moviendo allí unos 8 millones de dólares”. Y agregó que los bancos e instituciones financieras “están obligados a verificar con quién se están relacionando”.


Y esa tarea implica, insistió, la constatación física de las operaciones del cliente.