Si algo ha caracterizado el mundo del cumplimiento bancario latinoamericano este año 2014 ha sido FATCA. Estoy seguro de que muchos coinciden conmigo. Las instituciones financieras de la región han invertido tiempo, recurso humano y dinero en adaptarse a los requerimientos de la ley estadounidense.

Realmente FATCA no presenta una gran complejidad, si la comparamos con otras exigencias normativas. Lo que ha dificultado la implementación de los nuevos procesos asociados a la identificación de los clientes han sido algunos aspectos no relacionados a la misma ley: a) la falta de claridad de algunos gobiernos y su retardo en la negociación (o no) de acuerdos con las autoridades fiscales de Estados Unidos; b) el retardo de los directores y altos ejecutivos de las empresas en aceptar la inevitable necesidad de destinar recursos para gastos asociados a una nueva carga de cumplimiento.

FATCA fue aprobada en 2010 y desde sus inicios se sabía cuáles serían las exigencias para las entidades extranjeras. Muchos banqueros de la región cayeron en una diatriba filosófica sobre si era justo o no tener que reportar a otro país, si Estados Unidos estaba siendo abusivo, si era una acción imperialista, etc. La misma discusión se produjo en la banca estadounidense, la diferencia fue que mientras discutían, los bancos norteamericanos comenzaron en 2012 sus procesos de capacitación, evaluación y ajustes internos, para lo cual se calcula que en promedio invirtieron US$ 5 millones. La banca latinoamericana retardó su implementación hasta 2014 y muchos oficiales de cumplimiento de LATAM me han comentado que la inversión asociada a FATCA ha estado alrededor de los US$ 100.000.

El gran desafío ha sido, una vez más, para el personal de cumplimiento. Pero estoy seguro de que están saliendo airosos… porque a mí me consta como ellos siempre superan los retos de cumplimiento con mística y empeño.

2015 no será un año para bajar la guardia con FATCA, por el contrario ofrecerá otros desafíos asociados a la presentación de los reportes, a las auditorías de los procesos FATCA, a las revisiones hechas por los corresponsales estadounidenses, a las inspecciones de las autoridades locales, etc.

En conclusión, podemos entender que FATCA ha sido un gran aprendizaje para todos, porque nos ha demostrado como el antilavado evoluciona. A mi juicio, lo más importante de FATCA es que ha sido el primer paso de un nuevo proceso indetenible que en el futuro generará más carga de cumplimiento y requerirá más inversiones: la lucha contra la evasión fiscal.