Por Juan Alejandro Baptista  

Si bien el mundo financiero está muy consciente de la importancia de gestionar los riesgos y de cumplir con las normas antilavado, dentro de las organizaciones sigue estando presente el eterno conflicto entre el “cumplimiento” y la “productividad”. 

Los bancos están gastando grandes cantidades de dinero para mitigar riesgos y cumplir, pero al mismo ofrecen a los delincuentes “puertas traseras” o, mejor dicho, “puertas delanteras” por las cuales entran los fondos ilícitos. Por ejemplo, una de estas “puertas” se crea con la vieja práctica de evaluar al personal de “front line” en base a su productividad (medida en dinero). Mientras el departamento comercial imponga metas comerciales a personas clave dentro de los procesos de control, se está creando desde adentro de la organización un enorme riesgo que todavía hoy sigue siendo difícil de controlar.

En abril de este año, un ejecutivo de la Asociación de Banqueros Americanos (ABA) llamado Ryan R. Rasske indicaba en el marco de un foro sobre gestión de riesgos, que “el personal de primera línea todavía es evaluado en base al rendimiento de los ingresos, y cuando esta situación se lleva a las discusiones sobre riesgos, se presenta un conflicto”.

La urgencia por cumplir las metas comerciales sigue siendo el principal estímulo para que muchos trabajadores “ignoren” ciertos pasos fundamentales en los procesos de control de procedimientos como las aperturas de cuentas, las solicitudes de créditos, la ampliación de carteras de inversión, etc.

La idea de tener un equipo para gestionar los riesgos es justamente administrar los riesgos, especialmente aquellos inherentes a la actividad misma de la empresa. No obstante, quizás es tiempo de replantear algunos procesos, de buscar nuevas alternativas y, como dicen los estadounidenses, “think out the box”.